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«La historia del incendio es triste y es contemporánea»

Entrevista con Miriam García, directora de Landlab, la empresa encargada, junto a Paisaje Transversal, de elaborar el Modelo de Ciudad de Santander en los próximos meses
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81 años han pasado ya desde que sucediera una de las mayores tragedias que ha sufrido la ciudad de Santander. Un incendio que devastó amplias zonas del centro urbano y que abrió unas heridas de las que la capital de Cantabria no se ha recuperado. No fue sólo un cambio de paisaje obligado, sino que también se convirtió en un profundo cambio por las personas que tuvieron que dejar el centro y no pudieron volver.

Pero eso mismo ha seguido pasando después, y sin que hubiera un incendio de por medio. No es algo que se vea solamente aquí. Se ve en otros muchos lugares de España y del mundo. Se la conoce como gentrificación.

Miriam García resulta una voz muy interesante a la que acudir para hablar de cómo puede ordenarse una ciudad y de lo que ha sucedido en Santander. Arquitecta, profesora, fue directora general de Urbanismo del Gobierno de Cantabria y también la persona que en su día lideró la elaboración del Plan de Ordenación del Litoral.

Ahora, la empresa que dirige, Landlab, ha formado una UTE con Paisaje Transversal a la que se le ha adjudicado la redacción del Modelo de Ciudad. Una tarea de nueve meses que, como dice García, puede ser una «hoja de ruta» para el futuro Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), según afirma en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.

García dice que «la historia del incendio es triste y es contemporánea». Los efectos siguen siendo notables, precisamente por la gentrificación. Sigue habiendo ciudadanas y ciudadanos vulnerables que se ven obligados a cambiar el centro por una zona alejada. Simplemente, porque vivir en el centro no está al alcance de cualquier familia.

García usa el propio incendio como metáfora: «vemos arder muchas ciudades», por un fenómeno como el de la gentrificación, pero también por los efectos del cambio climático.

Destaca que hubo un efecto muy nocivo para quienes vivían en la zona afectada. «El incendio prendió por la propia trama urbana», sostiene. Pero también para el comercio. Se trataba de un «comercio zonificado». Y eso es algo que no ha cambiado mucho. Sigue estando muy concentrado en la parte nuclear de la ciudad, lo que obliga a muchos vecinos de la periferia a desplazarse.

Por eso, la directora de Landlab ve necesario repensar las ciudades, y no sólo Santander. Y las que tienen litoral quizá necesiten un extra en cuanto a construir un modelo. El cambio climático es una amenaza que puede llegar a ser muy notable en los entornos costeros.

«El planeta se va a seguir calentando». Es una idea a la que hay acostumbrarse. Y para ello, García sugiere políticas «de mitigación y de adaptación». Reducir los efectos pasa por incidir en acciones que tienen que ver con instaurar «zonas de bajas emisiones» y producir menos contaminación, pero también por usar «materiales distintos en la construcción de edificios». Adaptarse a los cambios que se van a notar por el calentamiento también le parece «necesario», y requerirá trabajar en toda la zona de las playas. «Se va a perder parte de la playa seca o incluso desaparecerán» algunas, asegura.

Todas las alianzas que se puedan tejer serán útiles. Un ejemplo para García es contar con lo que pueda aportar el IH Cantabria. «Tenemos uno de los mejores institutos de hidráulica. Santander debería ser una ciudad prototipo», defiende.

También le parece que, para actuar, es imprescindible hacer previamente una reflexión sobre el punto donde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Pero también cree importante hacerlo «antes de sufrir las consecuencias». Y también que no se tengan que padecer imposiciones antes de hacer esa reflexión constructiva.

No sólo se tiene que pensar en las playas, sino en la bahía en general, y en el papel que desempeña el Puerto en ella. «Es parte de la identidad y de la economía de una ciudad», refleja.

García espera que, en estos meses de trabajo, se pueda analizar cuáles son las «externalidades positivas y negativas del Puerto en la ciudad». Piensa que la manera de mejorar es que una instalación como esta se comporte con «solidaridad» en cuanto al «impacto que ejercen en el territorio al que pertenecen».

La directora de Landlab elogia a Paisaje Transversal, la empresa a la que se han unido para elaborar el Modelo de Ciudad. El punto clave, pensar en los barrios de Santander.

Ella lo define como hacer «urbanismo desde las cosas pequeñas». Se trata de dar la posibilidad a los vecinos de que puedan hacerlo todo en su zona de influencia, sin la obligación de desplazarse para casi todo.

La idea de García es poder «trabajar desde lo estratégico y lo táctico» para resolver diversas cuestiones como la energía, la relación con el agua, la accesibilidad o cómo disponer de espacios más habitables. Y se refiere a uno de ellos, la Plaza de las Estaciones, asumiendo la complejidad que tiene, por tener ahí terrenos que no son de titularidad municipal, sino estatales.

Volviendo a los barrios, García quiere atender a las particularidades que Santander tiene. «Hay muchas oportunidades, en cada barrio y en cada elemento pequeño que no está resuelto», enfatiza.

«Habrá grandes operaciones, y tendrán que ayudar a resolver grandes problemas metabólicos de la ciudad». Con esto se refiere a lo ya dicho al comienzo de la entrevista, porque «comercio y oficinas siguen muy centralizados», pero también a la cuestión clave de la vivienda. Dice que hay un «precio segregado del suelo» que va en contra de la igualdad de oportunidades.

Al hablar de barrios y vivienda, García se refiere al «patrimonio ordinario de la ciudad, no al extraordinario». Le parece que se debe hacer un trabajo de «revitalización, regeneración y reorganización de varias partes de la ciudad».

El centro de todo, el espacio público. «La vida se comparte, la economía se produce, la cultura se da en la calle», expresa.

García cree que «la ciudad se debe repensar desde la trama urbanística» para identificar la manera de mejorar y convertir Santander en un municipio más amable para sus habitantes, y también más justo en la distribución de su población.

García alude a cosas propias de Santander, como tener una costa norte y otra parte mirando a la bahía, o la dorsal que parte la ciudad en dos. «Si le das la vuelta a Santander, es una ciudad mirador», defiende.

El objetivo final lo marca con claridad: «lo que quiere una ciudad son ciudadanos. Que no se vayan» a otro lugar.

En cuanto a la afectación sufrida por la pandemia y lo que eso podría influir a la hora de elaborar planes urbanísticos, teme que esa influencia esté siendo «menor de la que debería». Y es que todo lo sucedido nos tendría que hacer pensar también en cómo hacemos y desarrollamos las ciudades.

Aclara que «no debe pensarse una ciudad sólo desde la contingencia». Pero sí piensa en el aprendizaje que ha supuesto pensar en la «flexibilidad de los edificios», por ejemplo para usarlos para la campaña vacunación.

Pero la manera de empezar la pandemia, con un virus que pasa de un animal al ser humano, lleva a García a pensar en que hay ciertos límites que ya hemos traspasado. Por eso, se hace muy importante recuperar la biodiversidad pérdida y «devolverle a la ciudad su variedad ecológica». Esto conlleva estudiar cómo se gestionan los parques y jardines, asegurarse de que no desaparezcan las mariposas o que haya lugares donde puedan vivir las lagartijas, por poner algunos ejemplos.

«La pandemia ha cambiado cosas, esperemos que para mejor», concluye García, expresando un deseo que espera pueda empezar a plasmarse en estos nueve meses de intenso trabajo.

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