El periodismo crítico es una forma de fiscalizar al poder y tratar de evitar sus posibles desmanes. Es algo que puede salir caro, en unos países más que en otros, pero es una actitud necesaria para que se puedan denunciar abusos contra la población o determinados colectivos.

En El Salvador se está viviendo una situación que no invita al optimismo. Y es lo que Carlos Dada refleja en su visita a Cantabria, donde estaba convocado a participar en un acto en la Librería Gil y en otro en la Caseta de Bombas. Asamblea de Cooperación por la Paz, miembro de la Coordinadora Cántabra de ONGD, ha conseguido traer a este periodista, que ha recibido reconocimiento muy importantes de algunas universidades estadounidenses y cuyo medio de comunicación recibió el Premio Gabo 2016 a la Excelencia Periodística.

En una entrevista con EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, Dada cuenta acontecimientos terribles. Hace poco más de un mes, las denominadas pandillas causaron 87 muertos en el país. Y la reacción ha sido, según el director de El Faro, activar una serie de medidas que suponen una «marcha atrás» en un Estado que ya tenía una situación complicada en cuanto a los derechos humanos.

Las medidas suponen una amenaza contra la prensa y todas las voces disidentes que surgen frente al Gobierno de Nayib Bukele. De hecho, se han producido destituciones de jueces de la Sala de lo Constitucional. Y es que el presidente se ha convertido en algo casi omnipotente, poniendo en cuestión la separación de poderes.

El estado de excepción que ha decretado en El Salvador está siendo una manera de asegurarse el control y también de aprovechar para poner en una situación difícil a muchas personas. «Han detenido a 30.000 personas sin orden judicial», cuenta. Y lo que más le preocupa a Dada es que Bukele le dado «un rol político al Ejército, en contra de los acuerdos para acabar con la guerra civil en 1992. En América Latina ya sabemos lo que significa darle poder al Ejército», se lamenta.

Lo que enrevesa aún más la situación es que El Faro ha podido documentar que hubo un acuerdo entre Bukele y las pandillas al comienzo de su mandato presidencial. Lo sucedido recientemente denota que ese pacto se ha roto, y les falta averiguar el por qué.

A nivel general, Dada constata que en su país «se ha criminalizado la pobreza», lo que supone un auténtico peligro para muchas personas que viven en la desesperación. Pero, a la vez, hay mucha gente que se cree los argumentos de Bukele. Con el nivel de violencia que se acaba de alcanzar, les parece más plausible lo que el presidente está haciendo, aunque sea a base de intoxicar para hacer daño a quien quiere contar lo que pasa. Y esto, según el periodista, es porque «no hay ningún presidente más hábil en América Latina que Bukele en cuanto a la comunicación política».

Dada cuenta en la conversación que «el Ministerio de Hacienda nos acusa de evadir impuestos, y el presidente me ha señalado a mí por lavado de dinero», y el mensaje cala, hasta el punto de que buena parte de la población «cree que los periodistas somos un problema».

Este reconocido periodista relata que «hace 3 semanas se aprobó una ley mordaza en la asamblea legislativa, también controlada por Bukele. Prevé penas de cárcel para medios de comunicación y periodistas que hablen de las pandillas mayores que las de torturadores y asesinos».

En España estamos viviendo un clima político que se ha enrarecido un poco más por los casos de espionaje contra diversos políticos, incluidos algunos del Gobierno como el propio presidente Pedro Sánchez. El sistema Pegasus es lo que está detrás del caso, y es un sistema que también ha llegado hasta El Salvador. Según Dada, de las 30 personas que trabajan en la redacción de su periódico digital, «22 se han visto infectadas por Pegasus en el último año y medio».

Este atentado contra la libertad de prensa no afecta solamente a El Faro. Hay más medios de comunicación que sufren el mismo problema, y todos están en contacto para ver cómo pueden capear esta tormenta que se ha cernido sobre ellos.

La consecuencia de esta falta de libertad y de los ataques a diversos colectivos, incluidas las asociaciones defensoras de derechos humanos del país, es que se está produciendo «un exilio silencioso de salvadoreños, incluyendo jueces y fiscales».

Sin embargo, por muchos episodios de violencia que se hayan vivido últimamente en El Salvador, lo que se constatado muchas veces es que cosas así se deben resolver de otro modo. «La mano dura no es la solución al problema», concluye Dada.