«Quiero que me traten bien»: Guía gastronómica de la trama de Carreteras

El funcionario investigado se citaba con las empresas adjudicatarias en restaurantes de lujo, clubes gastronómicos, pero también buscaban sitios discretos
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Parte de las conversaciones y encuentros entre Miguel Ángel Díez, el funcionario de Carreteras detenido e investigado, y los responsables de las empresas adjudicatarias de las obras que él tramitaba (Rucecan, La Encina-Cannor, API Movilidad) se desarrollaban en restaurantes, bares o cafeterías, escenarios no sólo de esas citas sino también de alusiones en contextos de ocio, como la comida en el Can Celler que no  llegó a celebrarse, desvelada por RTVE en Cantabria.

Por ejemplo, en una de las conversaciones del sumario, al que ha tenido acceso EL FARADIO, el funcionario y Elías, uno de los hermanos de Rucecan,  debatían sobre dónde comer: el Cañadío (famoso por su tarta de queso),  no le convencía a Miguel Ángel:  “No, no, no, yo no voy a ir donde nos vayan a ver, que la cosa es la hostia bendita”.  Así que planteó como alternativa otro, “el que está más oscuro”, “el Riojano” (en el Río de la Pila), opción que a Elias le parece “perfecto”, aunque asegura que en realidad ambos no tienen “nada que ocultar”.

A Elías le pide que le gestione distintas visitas gastronómicas, como una visita a la bodega Valduero: “Quiero que me traten bien”.

Sus planes incluyen reservas (hechas por el funcionario) en restaurantes como Diverxo (el proyecto de Dabiz Muñoz que fue noticia en 2021 por subir el precio del menú de degustación de 250 a 365 euros) o Etxebarri (asador vizcaíno, con menú a 264 euros), ya que allí “no les conocen” y “así de vez en cuando se dan una alegría”.

La cercanía con las empresas es tal que (buena parte de las grabaciones son en noviembre-diciembre) que el funcionario acude directamente a la comida de Navidad de Rucecan (el dueño le pregunta “si tiene muchas comidas esta semana a la que viene”, y sólo tiene dos, la de Rucecan,  que será en una casa privada y “van a estar de puta madre”, desde la empresa le preguntan cuál es su ginebra favorita, para tenerlo previsto, y responde que Seagrams), y la del Premier, que no es estrictamente un restaurante, sino un elitista club gastronómico en Santander –

En el Premier queda con el responsable de API Movilidad (las reservas son difíciles), a quien le convierte en intermediario del sitio: por ejemplo, le pide que le consiga una caja de anchoas del Premier (y almejas “de las buenas”, no queda claro si de este sitio u otro). En otra conversación alude a las cajas de anchoas y otros regalos que suelen dar a personas más selectas.

Otro restaurante que cita es el Itxaski, un asador en Pedreña.

Y para sitios discretos, mencionan la Hostería de Castañeda o El Marqués de Puente Viesgo, “que no quiero encontrarme con nadie, no es momento para encontrarnos con nadie, joder” (en pleno proceso del contrato “del aglomerado”, por lo que le vale “cualquier sitio normal”

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