Las relaciones de Miguel Ángel Díez, alto funcionario de la Consejería de Obras Públicas, detenido e investigado con las empresas iban más allá de las adjudicaciones que se les hacía desde su departamento, sino que se extendían a la prestación de servicios que encajaban en su vida doméstica.

Por ejemplo, desde La Encina, que además de obras tiene el centro de jardinería (en algún seguimiento a su mujer, esta acude al centro en Piélagos a por flores, en la única visita que consta a ese centro pese a ser una empresa que formalmente la tenía controlada), le habla en responsable de que  tiene la furgoneta cargada y que se dirige al domicilio del funcionario, quien le explica dónde tiene que entrar con ella.

Y luego había regalos que pedía él, como constatan los investigadores en el sumario, al que ha tenido acceso EL FARADIO:

A uno de los hermanos de Rucecan le pidió “un detalle”, como botellas de vino o que le organice una visita a una bodega para toda su familia. El propio Elías le ofrece un jamón.

A este le pide también una serie de reparaciones en una vivienda, y en general planes para acudir a restaurantes, en citas en las que el empresario le dice “que no se preocupe de nada”.

Otro servicio al que recurre de Rucecan es la reparación del suelo radiante en un piso propiedad del funcionario, que tiene alquilado. En las llamadas se comprueba el seguimiento de la empresa sobre los trabajos, y la exigencia del funcionario: “No me lo dejes joder, que luego son fiestas”.

Al responsable de La Encina le suelta un “ni plantas, ni champán, ni espárragos” que suena a reproche. Miguel Ángel le insiste en “si están pedidas las plantas” y pregunta cuándo van a llegar, porque tema que vayan a llegar “para dentro de un siglo al igual que el champán” .

Un desconocido le llamó en navidades preguntándole si había alguien en casa para mandarle allí un regalo,   a lo que Miguel Ángel le responde que ya no vive allí, que vendió la casa en Mortera en julio y ahora vive en “un piso pequeño” en Santander (en el Sardinero). El envío sería una botella de vino.

LA HIJA Y EL BANCO

Las peticiones también tiran por su familia, como a esa persona a la que le envía el currículum de su hija, para que se lo den a otro “y al del banco”

Además de pedir servicios o regalos, también plantea otras peticiones: como una referida al programa Jóvenes Talentos del Banco Sabadell, del que habla con una de sus hijas, a la que pide que haga una gestión y “se esfuerce con el inglés”.

PREOCUPADO POR EL VOLVO

Uno de los regalos que tenía, considerados por los investigadores como pagos indirectos o en especie, era el Volvo que usaba el funcionario,  y que era a modo de renting, pagado por API Movilidad (adjudicataria de lotes del servicio de Vialidad Invernal).

Un día,  se encontró con una tercera persona que se quedó mirando atentamente al vehículo, lo que dejó preocupado al funcionario.

“A ver “si este va a saber (…) lo que no tiene que saber”, le traslada el funcionario a José Luis, de API, la empresa que se hacía cargo de los pagos y adjudicatario de contratos como varios lotes de vialidad invernal.

Y LE PEDÍAN COSAS

No sólo él pedía cosas. También le pedían a él. Por ejemplo, alguien (Emilio) le preguntaba por una expropiación forzosa por la futura construcción de un polígono industrial, donde, apuntan los investigadores en base a la conversación, “al parecer” el funcionario también tenía terrenos. El tal Emilio le menciona a un amigo con un restaurante, San Román, en Escalante, y le pregunta “cómo de factible le ve poder hacer otra entrada por la carretera para facilitar el acceso a los autobuses”. Miguel Ángel le responde que le mande fotos para hacerse una idea.

Un desconocido le llamó en navidades preguntándole si había alguien en casa para mandarle allí un regalo,   a lo que Miguel Ángel le responde que ya no vive allí, que vendió la casa en Mortera en julio y ahora vive en “un piso pequeño” en Santander (en el Sardinero). El envío sería una botella de vino.