Este verano he vivido y presenciado algo nuevo en mi huerta “Pomares” de Santa Cruz de Iguña que no había visto nunca. Ni siquiera los dos veranos anteriores en los que hizo un calor inusual, superando los 40 grados en varias ocasiones.

El miércoles día 23 de agosto de 2023 hizo un calor intenso que me obligó a encerrarme en casa todo el día. Cuando salí de casa a las nueve de la tarde y acudí a la huerta me encontré con varias sorpresas desagradables.

Nada más entrar vi casi todas las alubias secas. Las más afectadas eran las más altas.

Seguí caminando y me sorprendieron las hojas secas de los cinco kiwis, muchas ya en el suelo y el resto todavía en las ramas. Días más tarde cayeron todas la asuelo.

Mi paseo continuó mirando más plantas y pude ver varios tomates, pimientos y manzanas claramente dañadas por el sol y la temperatura.

No miré los registros de temperatura de ese día, pero es muy seguro que se superaron con creces los 40 grados, lo que, unido a la intensidad de los rayos solares, provocó un sufrimiento intenso de las plantas.

Una semana más tarde, que coincidió con unos días de lluvia, comenzaron a revivir las alubias, brotando todas de nuevo y saliendo flores unos días más tarde.

Algo parecido ocurrió con los kiwis. Dos semanas más tarde brotaron nuevas hojas de tal modo que en pocos días se cubrieron completamente.

Llevamos tres veranos consecutivos superando los 40 grados en el Valle de Iguña y eso no anuncia nada bueno. Todo apunta que será algo habitual en el futuro. Pero lo de este verano, lo sucedido el miércoles 23 de agosto, ha sido especialmente perjudicial.

Yo soy una persona jubilada que cultiva la huerta por hobby, por placer, por hacer ejercicio físico y por disfrutar de productos sanos y ricos.

En esta ocasión se han dañado algunas plantas y algunos frutos; otras plantas producirán menos, aunque con un buen retraso de un mes. Mi problema es menor por cuanto mi huerta no es mi sustento, tengo otros ingresos.

Para mí es preocupante este cambio de clima que está afectando a personas que dependen de la producción agraria para sus ingresos. Incluyo a la ganadería, pues las sequías de estos últimos años reducen la cantidad de hierba disponible para alimentar al ganado.

Me preocupa que, aunque cada día nos llegan estadísticas e informaciones sobre el incremento de las temperaturas o la reducción de precipitaciones que está provocando escasez de agua, o los sucesos climáticos extremos, el conjunto de la sociedad y, en especial, los responsables políticos no se lo estén tomando en serio.

La comunidad científica y algunos organismos internacionales están reclamando la adopción de medidas para reducir las emisiones de CO2, pero los gobiernos de todo el mundo atrasan el acuerdo para reducir el efecto invernadero.