En los últimos años nos hemos acostumbrado a manejar la palabra Guerra. En Ucrania, la guerra cercana,  aquí en Europa, ampliamente seguida por los medios en su fase inicial, con un cambio de tendencia en la acogida a refugiados y que se sintió cercana por el impacto en los precios del combustible o la energía y las medidas adoptadas a nivel estatal o europeo. Y luego la guerra en Gaza, tan lejana como cercana, tan dolorosa como desproporcionada.

Pero hace algunos años más no era tan habitual hablar de guerra, y, mucho menos, sentirla cercana. Yemen, Siria o Afganistán sonaban no como de otro continente, sino casi como de otro mundo. Y eso que conflictos como el de Yemen, entonces el que más muertes civiles y refugiados estaba causando, era tan cercana como que empezaba aquí.

«Aquí» eran muchos sitios: fue el Puerto de Bilbao, al que puso foco el bombero Ina Robles, con su acto de desobediencia civil, su negativa a escoltar un barco saudí que transportaba armas con destino a Yemen. La guerra pasaba por Bilbao y en eso se empeñó en denunciar el colectivo La Guerra Empieza Aquí, o movimientos de apoyo a refugiados en los que estuvo implicado Joseba Sanz, que acaba de fallecer, sorpresiva e inesperadamente.

Junto a Luis Arbide y más activistas, generaron una cultura de movilización y rechazo en torno a los efectos de la guerra, señalando y marcando los tráficos marítimos, enganchados a aplicaciones de rutas de barcos que acabaron apuntando aquí, porque, de pronto, la guerra empezó aquí, en Santander, en el mismo Puerto que levantó un muro y luego quiso llenarse de cuchillas, amenazando una ruina que no llegaba nunca y una amenaza a las empresas más potentes e influyentes que provenía, sucedió, así se dijo, de los jóvenes albaneses que intentaban accede al Puerto para dirigirse a Reino Unido. Alojados en un edificio ruinoso, sin agua ni comida caliente y hacían temblar los cimientos de los apellidos que engarzan guiones y contenedores.

El trabajo de La guerra empieza aquí, de Joseba o Luis, la inspiración de Ina, fue ‘exportado’ a Cantabria : nos visitaron en varias ocasiones y generaron una cultura del contagio, colaboración y aprendizaje que prendió en colectivos casi gemelos como Pasaje Seguro o Amnistía, entre otros. Charlas, seguimiento de los tráficos minuto a minute y mucho contacto, información y didáctica sembraron una llama contra estos tráficos, contra la cercanía de la muerte, contra el discurso economicista de un Puerto que, al igual que el de Bilbao, no se fue a la ruina cuando se desprendió, sin contarlo pero fruto de la presión, de unos contenedores con bombas o explosivas que sus propagandistas, los mismos que luego ‘vendían’ las concertinas, presentaban como claves para el sostenimiento de la actividad portuaria.

Acostumbrado a crear (fue autor de un libro prologado por Mario Benedetti), Joseba, además, dejó como legado el documental ‘La guerra empieza aquí’, del que fue su director, y en el que repasaba toda su lucha, que quedó para quien quiera aprender que da igual donde doblen las campanas, doblan aquí.

Una guía para el espíritu critico y el desmontaje de falsos sentidos comunes que es más válido que nunca ahora: el doloroso desplazamiento de las narrativas de odio y racismo hacia espacios hegemónicos no debe hacer olvidar que hubo quien inició luchas en períodos en que su discurso tenía menos hueco y consiguieron que traspasara territorios, sembrando lecciones que todavía aplican hoy en el seguimiento al tráfico de armas contra Gaza.

La muerte de Joseba Sanz era sentida inmediatamente por sus compañeros de La Guerra Empieza Aquí, por el propio Ina Robles o por referentes del periodismo comprometido y del foco en los débiles como Ibai Arbide, por colectivos antimilitaristas.

En EL FARADIO colaboramos con él en varias ocasiones, dentro de nuestro seguimiento y aprendizaje a los tráficos portuarios de armas en Santander a cargo de la compañía estatal saudí Bahri, sin cuya base no hubiéramos podido además hacer el seguimiento a la otra crisis humanitaria causada por el Puerto, la de las cuchillas antimigrantes. Joseba fue una de las firmas que avaló nuestra candidatura y permitió ganar el premio José Félix García Callejo de Cooperación Internacional y Derechos Humanos. Su legado empieza aquí.