“La gente necesita reírse para compensar el dolor”

Julia Llorente mantiene viva a María de los Nervios en redes sociales y YouTube
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La voz de Julia Llorente encierra dentro muchas voces: es Etelvina, es Tinuca, pero, sobre todo y para muchos, es La Nervios, todo un arquetipo que la hizo tremendamente popular y que recuerda para EL FARADIO, incluyendo el motivo por el que pasó de salas y escenarios a recluirse en su casa, sin que eso signifique que haya dejado de actuar: su personaje sigue vive en You Tube y ha logrado sobrevivir a la pandemia.

TODO EMPIEZA CON LA VOZ

María de los Nervios surgió “por combustión espontánea” de un medio que conoce muy bien Julia Llorente, la radio: de un programa diario de dos horas que hacía en Radiocadena Española, donde, entre todo el contenido de cultura, actualidad o humor, empezaron a sonar personajes que nacieron allí y acabaron mudándose al teatro.

La primera actuación de Marías de los Nervios (primero un dúo) fue en 1991, coincidiendo con unos carnavales, en La Vidriera, Maliaño, iniciándose pronto una trayectoria que le llevó a locales y escenarios: desde Línea de Playa o el Rockambole en Santander, a recorrerse todo Cantabria, hasta llegar a la Joy Eslava, el Café del Foro o el Palacio de Gaviria en Madrid, incluyendo programas televisivos, como el que mantuvo en la desaparecida TeleSantander.

Llegó a surgirle la oportunidad de hacer carrera en Madrid, algo que rechazó porque quería estar aquí –y de lo que a día de hoy se arrepiente—o Barcelona, en el mundo de la música.

Y el primer personaje fue Etelvina, cuya historia le dio para saga, empezando por su nacimiento en el puente de Unquera. También estaba la pescatera Tinuca, o Remedios Expósito, gitana; o la monja con doble personalidad gregoriana-argentina…

LA NERVIOS Y LA PASMO

Hasta una decena de personajes, entre ellas, María de los Nervios, que se define por “una insolencia absoluta”, un “narcisismo muy arraigado”, una “mitómana” que “aparenta lo que no tiene” y puede describirse con “mucho del piquito para el zapatito, con “unas carencias tremendas que trata de compensar con ese histrionismo”.

Fue esta la que “se llevó la palma”, tal vez porque conectó con un estereotipo muy identificable en Santander, pero que ha funcionado muy bien en otras ciudades como Madrid: “si aquí hablaba de Mafor o Cueto, en Madrid lo adaptaba a Loewe o Arturo Soria”, lo que lo lleva ya a un nivel de arquetipo que “no pasa de modo” y tuvo todo ese éxito porque es “atemporal” y se puede detectar en todo tipo de entornos, desde el trabajo a la política.

A la Nervios la complementaba La Pasmo, una mujer “a la que la vida la ha tratado fatal”, con “carencias económicas”. “No es que La Nervios sea la mala”, matiza Julia Llorente, sino que era “el complemento”.

De hecho, con el tiempo –porque sus historias evolucionaban, La Pasmo quería ser como La Nervios. Esa es otra de las claves de por qué funcionaron, por revelar otro tic que entronca con “la estructura intrínseca del ser humano”: “no se lucha por conservar una integridad”, sino por ser otra cosa; es decir, “no siempre se lucha por erradicar, sino por serlo”.

En definitiva, la dinámica entre ellas (sus peleas, sus proyecciones, sus competiciones…) “va mas allá de emular al santanderino”, a “si somos pijos” porque al final “representa la falsa lucha y los conformismos”.

Y aunque su preferida era Etelvina, “he aprendido mucho de La Nervios”, sobre todo “a saber distinguir a la gente”, entre otros factores, por la relación que establecían con ese personaje.

“UNA OBRERA DE LA CREATIVIDAD” QUE BUSCA LA CONEXIÓN

Julia Llorente se ha movido entre el mundo de la comunicación, la interpretación y la psicoterapia (área que le ha ayudado a perfilar sus personajes con unos matices más allá de la marea caracterización).

Tras su travesía por el psicoanálisis, y adquirir los conocimientos sobre su teoría y práctica, se especializó en terapia de grupo y psicodrama. Desde estos campos, y contando con un amplio bagaje en el ámbito del teatro, colaboró durante diez años en la elaboración de vídeos didácticos sobre diversos temas: cuidados paliativos pediátricos, duelo, terapia de pareja, terapia de familia y trabajo con adolescentes., contribuyendo con ello a la formación de muchos profesionales. Igualmente al desarrollo de talleres de teatro, tanto ordinarios como terapéuticos. También es especialista en Violencia de Género y Prevención, entre otras.

Su principal referente ha sido su abuelo, que “no contaba historias, las inventaba”, en lo que siempre ha visto como un acto de comunicación.

Para esta “obrera de la creatividad” lo que hace es “una forma de comunicación”. En sus actuaciones, ha comprobado que “el aplauso es un ruido”, mientras que “la risa conecta más”: “la gente necesita reírse para compensar el dolor”.

“Yo disfrutaba con la carcajada, que un señor se cayera al suelo de la risa…”, rememora, recordando como a ella misma en situaciones así le daba la risa porque, aparte de la preparación de los textos y situaciones, también buscaba la espontaneidad.

Su trayectoria ha incluido poemarios como ’20 emociones’ o ser ponente en foros, conferencias, pregones o manifiestos contra la violencia de género.

“LA CAÍDA ES DURA, VES QUE NO ERAS REAL, QUE ERES UN PRODUCTO”

Y “en pleno apogeo”, “en el momento más álgido”, cuando todo aquello “iba a más”, cuando incluso se estaba planteando un proyecto “interesante” que aunaba restauración y cultura (con espacio para exposiciones, actuaciones o presentaciones de libros), tuvo que suspender todo “de golpe”.

Es la primera vez que cuenta públicamente el motivo: la aparición de un acosador “que me hace la vida materialmente imposible”. Fue la “venganza” de un “tipo” que, al no aceptar s rechazo, pasó a las amenazas, a “acciones perversas”, “atacando su dignidad, afectando e interfiriendo en todas sus actividades”, incluyendo el terreno laboral.

La vivió como un “hachazo”, parafraseando a Miguel Hernández, “un empujón brutal” que le obligó a “suspenderlo todo” hasta el punto de acabar refugiándose en su casa.

Su última aparición pública sobre escenarios fue en 2016 en el Palacio de Festivales, un 8 de Marzo, y ya entonces acudió a la cita “con mucho miedo”.

Recuerda incluso estar dando conferencias sobre violencia de género “y tener que ir acompañada, temblando”. Para esas fechas ya había llegado a ese punto de no poder más con las “humillaciones”, de no sentir “seguridad” y de resentirse de problemas de salud que sigue arrastrando consecuencia de todo el estrés al que ha estado sometida.
Además, en todo ese proceso no encontró el apoyo “que necesitaba y me correspondía”, “ni a nivel administrativo ni social”.

Al no obtener la ayuda “que por derecho constitucional le correspondía”, no tuvo otro remedio que “renunciar a todo” y refugiarse en su casa.

Fue “un palo brutal” que le hizo darse cuenta de que “pasé de ser un referente cultural a quien se convocaba asiduamente a todo tipo de eventos, campañas, manifiestos, pregones” a encontrarse con un “quién es esta señora tan pesada”, a “resultar molesta cuando acudía a solicitar la ayuda administrativa que le correspondía por Ley”.

“La caída es dura, ves que no eras real, que eres un producto. Es una decepción, que he tenido que digerir”, confiesa.

Desde esa perspectiva, en relación con las formas de ayudar a quienes peor lo pasan, tanto desde lo institucional como lo social, reflexiona sobre como tal vez no hagan falta “más cosas”, sino que “lo que haga se haga bien”, y también el preguntarse un poco más “qué pasa con el vecino que vive al lado tuyo”.

Julia Llorente repasa sus “peregrinajes pidiendo ayuda”, y todas las “largas” recibidas, un “desamparo”, “sin ningún tipo de apoyo”, hasta que logró la intervención del Defensor del pueblo, que recientemente ha atendido, valorado y acreditado su situación, dándole esperanza de reponerse en un futuro.

LA NERVIOS VIVE Y ES YOU TUBER

Julia Llorente (Foto: José Segarra)

Su refugio en su casa no supuso un parón: no sólo por cómo Julia Llorente, siempre formándose y pendiente de adaptarse a la evolución de los tiempos o las nuevas tecnologías, se implicó en distintas iniciativas durante la pandemia, desde allí mantiene una página de Facebook con alcance limitado, abierta al que solicite entrar, “María de los Nervios” (importante que vaya entre comillas) en la que los más directos pueden ver que “jamás” ha dejado a María de los Nervios.

Si queréis seguirla, hay una página de Facebook de carácter privado a la que se puede pedir acceso: “María de los Nervios” (entre comillas).

Porque desde entonces, por cierto, a La Nervios “le ha pasado de todo”: se ha hecho youtuber, la han secuestrado, ha hablado de fenómenos recientes como Rosalía, ha viajado a Silicon Valley como hija adoptiva y se ofreció voluntaria para probar la vacuna de la COVID-19. Una pista: ¿sabéis de quién eran las pamelas de las invitadas a la boda de Martínez Almeida?

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