«Un pequeño barco en una campaña política simbólica no puede hacer lo que tiene que hacer la comunidad internacional»
De nuevo un barco tratando de llegar a las costas de Gaza y de nuevo Israel impidiéndolo. A nivel mediático se ha prestado atención a este grupo de activistas que trataban de visibilizar lo que está sucediendo en esa región y en Palestina en general.
Entre los tripulantes del barco, el español Sergio Toribio, y también, como figura mediática más conocida, la sueca Greta Thunberg, referente del activismo climático a nivel mundial, pero que también ha decidido apoyar la lucha del pueblo palestino, sumido en uno de los momentos de mayor urgencia de su historia por el genocidio que está sufriendo por parte de Israel.
Ya desde varios días antes de tratar de llegar a destino, aparecieron noticias de vigilancia desde el aire mediante drones, cuando aún estaban a miles de kilómetros. Israel, como se esperaba, les detuvo en el mar y procedió a la deportación de sus tripulantes.
Pocos días antes de la intervención militar en aguas internacionales, Lucía Mazarrasa y Ángeles Cabria explicaban, en una entrevista concedida a EL FARADIO, sus experiencias en la Flotilla de la Libertad y el hecho de que estas misiones nunca puedan llegar a término, porque Israel siempre lo impide, y de malos modos.
Cabria lo resume diciendo que «un pequeño barco en una campaña política simbólica no puede hacer lo que tiene que hacer la comunidad internacional». Ella estuvo implicada en esta campaña el año pasado. Mazarrasa lo ha estado recientemente. Esta última lamenta que «el derecho internacional está hecho añicos, está hundido en lo profundo del mar desde hace mucho tiempo».
Por un lado, estas dos enfermeras cántabras ya retiradas ponen el acento en los límites que Israel está rebasando en su actuación sobre terreno gazatí. Por otro, hacen un llamamiento para insistir en el activismo y tratar de que la respuesta de los demás gobiernos, especialmente el estadounidense y los europeos, de un giro para no permitir el genocidio.
Mazarrasa cuenta que esta campaña de la Flotilla se suele activar cada dos años y que supone un serio riesgo para quienes deciden subirse al barco. Cabria no pudo completar el viaje el año pasado por problemas de la embarcación, pero asegura que las amenazas eran las mismas y que tomar la decisión de no seguir también tiene que ver con salvaguardar las vidas de los tripulantes.
Ambas denuncian que estas acciones sobre cooperantes no tienen ni la más mínima consecuencia para Israel. No sólo es que no se rompan relaciones, es que ni siquiera se ponen reclamaciones por actos concretos, ni se reclaman daños y perjuicios causados a la cooperación española. Cabria recuerda que abordar un barco en aguas internacionales es «un acto de piratería».
El barco en el que viajó Cabria era el Handala. Para ella, el efecto real de esa campaña fueron las paradas que fue realizando por diversos puertos europeos, incluido Santander, que es donde embarcó ella. «Hay una discrepancia total entre la impunidad que permite la mirada para otro lado en los gobiernos y la respuesta de la población». En su opinión, es necesario que la sociedad civil insista y ponga más músculo en movilizarse en contra de lo que sucede en Gaza, un territorio convertido en una «ratonera» para su población.
Mazarrasa también mira hacia atrás, no sólo a octubre de 2023. Destaca toda la documentación existente sobre lo que Israel y el sionismo han practicado contra el pueblo palestino, incluso antes de la creación del Estado israelí, en 1948. Y clama por una ruptura total de relaciones comerciales, pero también culturales y deportivas, con Israel, porque «es lo que les haría daño». Pero antes de todo, como puntualiza Cabria, se debe detener todo comercio armamentístico.
Estas dos activistas también animan a la sociedad civil a hacer su parte, a través de la campaña BDS, Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel. Es decir, conocer qué empresas, especialmente multinacionales, que están detrás del apoyo financiero a ese Estado y no consumir sus productos. Es una manera de hacer presión sin depender de que sean los gobiernos quienes actúen en primer término. «Es una verdadera vergüenza que el Zara esté inaugurando un centro comercial en Tel Aviv», denuncia Mazarrasa.
Cabria cita el trabajo periodístico que está llevando a cabo Olga Rodríguez para eldiario.es, y que subraya que hay más comercio con Israel hoy del que había antes de octubre de 2023, al contrario de lo que dice el Gobierno de España, por lo que estima que «es un engaño a la población».
También pone énfasis en las acciones que habrá esta misma semana para denunciar el genocidio, como la manifestación del sábado (12:00) en Santander, o la marcha del domingo para ir desde la estación de FEVE de Torrelavega hasta el Parque Conde de San Diego de Cabezón de la Sal, que partirá a las 9 de la mañana de la capital del Besaya para llegar sobre las 14:30 a Cabezón. Son decenas de países las que se movilizarán este fin de semana.
De todos modos, lo que está sucediendo en Gaza no mina la moral de estas dos activistas cántabras. Mazarrasa dice que, para ella, «Palestina siempre ha significado el paradigma de la injusticia», pero cree que «la esperanza no la podemos perder, eso es lo que quieren, que perdamos la esperanza, que bajemos la guardia, que nos derrumbemos. Eso jamás. Primero, porque los palestinos no se derrumban». Cabria expresa que «la esperanza es una asignatura obligatoria», y recuerda a Yayo Herrero, que dice que estamos abocados a una revolución humana y necesaria, ahí donde pongamos la vida en el centro. «Ahora mismo la vida en el centro está en Palestina, estamos con Palestina y están muchos otros lugares del mundo también, concluye.
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