Wadia N. Duhni: «Buscaba una sentencia para que esto no se repita, no una indemnización»

Ella es asturiana, de origen sirio. Hace dos años fue víctima de una agresión verbal en Santander, y la acusada ha acabado reconociendo el relato de Wadia y condenada por ello
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La resolución de este caso se ha visto alargada. Claro, por la pandemia. Muchos casos hay que debieron esperar una oportunidad mejor para pasar por las salas judiciales, porque también para la justicia esta situación ha sido muy difícil, y ha aumentado el ya tradicional atasco que puede comprobar cualquier persona que tenga asuntos pendientes de resolver.

A Wadia le ha pasado lo mismo. Ha tenido que esperar dos largos años para que se celebrara la vista del juicio al que se llega por su demanda contra una mujer santanderina que le dedicó comentarios xenófobos y racistas por su vestimenta. En su día ya contamos su caso, y ella nos concedió una entrevista en EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.

Y es que Wadia es musulmana. Caminaba por la zona de El Sardinero con el velo puesto y ese fue motivo suficiente para recibir frases del tipo «o te adaptas, o te largas a tu país». Ya se sabe, pero no está de más recordarlo, que nuestra Constitución rechaza la discriminación de las personas por cualquier motivo, vestimenta, credo, raza, género, orientación sexual… O la procedencia de la persona a quien se pretende dañar con un comentario.

Le dijeron que se volviera a su país. Pero Wadia, en El Sardinero, estaba dando un paseo por su propio país. Ella es asturiana. Sus padres son sirios, pero su madre ya tuvo la oportunidad de estudiar Medicina en Santander en los años 70 del siglo pasado. Así pues, sufrió la huella del racismo en el Estado donde reside.

Aún seguimos con la pandemia a cuestas, pero la actividad judicial sigue adelante tras el parón de aquel primer Estado de Alarma, y esta semana llegó el momento de la vista. Wadia se tuvo que desplazar desde Oviedo hasta Santander. Un coste agregado al mal rato que tuvo que pasar en esa desagradable experiencia.

Pero asistió sorprendida a lo que aconteció en la vista, donde la acusada admitió su culpabilidad. «No me lo esperaba», reconoce. Y la persona que la despreció pasó de la actitud intolerante de hace dos años a terminar llorando en el juzgado por el castigo que la esperaba.

La sentencia incluye una pena de seis meses de cárcel, que no se cumplirán al no haber antecedentes penales. Pero ahora sí los hay, por lo que si en un plazo de dos años la acusada vuelve a cometer otro delito, entonces sí tendría que cumplir pena de prisión. Además, una multa de 1.080 euros y otros 900 de indemnización para la víctima por daños morales, a pagar este mes de agosto, según nos confirma el abogado de Wadia, Mario García-Oliva.

El abogado y su representada cuentan también que sufrieron una provocación por parte del hijo de la acusada, que empezó a grabarles con el móvil, probablemente para incitarles a un comportamiento que pudiera ser denunciado. Pero la propia Wadia dice que «le salió mal».

Es común pensar que un incidente del tipo del que sufrió Wadia en Santander es normal dejarlo pasar. Pero ella ha cambiado de opinión. Ya había tenido episodios anteriores de comentarios claramente despectivos y que tenían el mismo componente racista, machista y xenófobo. Recuerda, por ejemplo, que cuando trabajaba en una farmacia de Oviedo le llegaron a preguntar qué hacía con el pañuelo en la cabeza, si iba disfrazada de mora o incluso si estaba enferma.

Poco antes del incidente en El Sardinero también tuvo otro episodio desagradable, y se sintió mal por dejarlo pasar. Por eso decidió que ya no lo haría más, y esta vez denunció. «Buscaba una sentencia para que esto no se repita, no una indemnización», afirma.

Define este tipo de situaciones que ha sufrido como una muestra del patriarcado imperante, que también tiene reflejo en las leyes que tenemos, también en un país democrático como España. «Patriarcado legislando sobre nuestros cuerpos», se lamenta.

Este resultado final, con sentencia condenatoria, le parece la prueba clara de que hay que denunciar esas actitudes, que van en contra de la normal convivencia. Piensa que es necesario que haya «sentencias ejemplarizantes» para ir desterrando estos comportamiento de odio.

Coincide en esta opinión su abogado. García-Oliva se fija en las cifras para tener claro, «sin duda alguna», que se está viendo un incremento de los delitos de odio. Cita al ministro Fernando Grande-Marlaska, que señalaba recientemente un incremento del 10% en el primer semestre de este año respecto a 2019 (dado que 2020, por el confinamiento del primer Estado de Alarma, no es buena referencia comparativa).

Añade que los discursos que se ven hoy en día en la política, especialmente los que protagoniza la extrema derecha, están ayudando a este incremento, y teme que en el futuro cercano «iremos a más» con este tipo de actitudes.

También explica que, aunque se les llame delitos de odio, lo que se refleja en la legislación y acaba también apareciendo en los escritos judiciales es que son «delitos contra los derechos fundamentales» de los y las ciudadanas.

Una vez concluida la causa, Wadia se siente más aliviada y «contenta», pero no deja de recordar que hay «mujeres musulmanas que sufren este tipo de agresiones casi a diario», por lo que hay un camino largo que recorrer por parte de la sociedad.

Se siente también agradecida por lo numerosos mensajes de apoyo que ha recibido una vez terminada esta traumática experiencia, y no se olvida de su abogado, que es quien la ha ayudado a mantener el temple, asegurándole que el caso estaba ganado.

Mario García-Oliva recuerda que su padre, también abogado, era, como se suele decir, un letrado «de causas perdidas». Se encargó muchas veces de representar a personas que, políticamente, tenían las cosas más difíciles cuando la democracia todavía no estaba asentada. Y de ahí que él también intente que se haga justicia para quienes tienen las cosas complicadas por su situación personal, o por estar indefensas ante casos como el de Wadia.

Esta asturiana tuvo que hacer 400 km. para asistir a la vista, pero reconoce que, con el resultado final, los 200 km. de la vuelta se le hicieron bastante más llevaderos.

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