Matilde Zapata, de la fosa común a la calle sin placa

Persiste incluso después de muerta la lucha contra el anonimato de una periodista pionera en la dirección de medios de comunicación en Cantabria, muchas veces oscurecida por el papel de referente de su marido, Luciano Malumbres.
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Lo confesamos: desde que nos avisó PedroeldeCueto (en nuestra cabeza suena todo junto), teníamos medio enfocado el texto de la ausencia de la placa de la calle Matilde Zapata, en Cueto/Valdenoja (más Valdenoja que Cueto, diríamos por aquí, convencidos de que más que delimitaciones, son estados mentales).

La calle Matilde Zapata

Iba a ser algo así como una descripción de todas las cosas que había en la calle (en plan melancólicos: Mirad, hay una panadería; mirad, un bar; mirad, una, yo que sé, peletería), para acabar con un contundente y definitivo «pero lo que no tiene es una placa que diga el nombre, que reconozca a quien fue una referente del periodismo y feminismo en Santander).

Pero no pudo ser. No pudo ser, Dios mío.  Básicamente porque no hay nada.  Apenas un portal (o una urbanización de pisos con un par de portales), y hemos comprobado que el otro, el de enfrente, en realidad tiene la entrada por otra calle. –Si os parece un destino triste para una calle, una vía en la que apenas haya un portal, probad a tocad algún timbre en la calle Jean Leon, el santanderino con nombre de vino que le dio (puede ser leyenda) el último plato de pasta a Marilyn Monroe en su restaurante, La Scala, en Hollywood (esto es puro realidad).–

Si bien de camino allá enseguida te ubicas que es Valdenoja, por encima de La Pereda (la antigua residencia pública ahora de lujo) y más o menos camino del Padre Menni (en su día tenía una piscina de uso general, la gente decía, qué barbaridad pensarlo ahora, 2023, «donde las locas») llega un momento, justo antes, en que hay una parte en la que, estética y paisajísticamente, no sabes muy bien dónde estás. Podría ser el Norte de Madrid o hasta una parte de pongamos que hablo de Cuenca, lo único que te indica que es Cantabria es la existencia de un Lupa, que no todo van a ser Mercadonas.

La calle Matilde Zapata en cuestión está por allí, una transversal entre La Pereda y Consuelo Berges, la calle con nombre de asociación de ayuda a mujeres víctimas de violencia de género y que se refiere a una periodista y escritora con otra vida apasionante, más o menos de la misma época, así que posiblemente la futura vecindad de calle les hubiera dado para una buena conversación en vida a estas dos mujeres de letras y acción, progresistas y referentes.

LA MUJER DE QUE SE GANÓ SU PROPIA CONDICIÓN DE REFERENTE

En vida (1906-1938) le pesó la condición de mujer, el ser de izquierdas, las acusaciones de radicalizarse y la dificultad de hacerse cargo de la dirección del periódico ‘La región’ tras el asesinato de su compañero, Luciano Malumbres, que fue también un referente en una ciudad que quedó conmocionada tras su muerte.

Al trauma del asesinato violento de su compañero le sumó la responsabilidad de hacerse cargo, sin solución de continuidad, de un medio que era referente para el mundo progresista en los meses previos al golpe de Estado franquista y la Guerra Civil. Ese sin solución de continuidad fue literal: el día que mataron a su marido, tuvo que coordinar cómo lo contaría al día siguiente el periódico.

Su final no sería mejor que el de su compañero: juzgada (sic), humillada (rapada, exhibida desnuda), y ejecutada en la tapia de Ciriego, enterrada finalmente en una fosa común, sin identificar.

Pese al escarnio, la ciudad mantuvo su memoria, al igual que la de Malumbres, y ambos tienen incluso sendas calles en Santander (no en zonas principales o densamente pobladas, como sí sucede con las calles con las que se homenajea, que eso implica poner un nombre a una calle,  y, otra prueba del desequilibrio del callejero santanderino, aprobadas tardíamente en lugar de prácticamente en vida, como se autopusieron las calles a sí mismos o a sus referentes desde la propia dictadura militar).

Pero, como bien saben los colectivos que trabajan por ello, la lucha por el mantenimiento de la memoria no se acaba con los reconocimientos.

Y la calle Matilde Zapata, que existe y está en Cueto, no tiene a la vista algo tan básico como la placa con su nombre, como nos reporta desde el pueblo Pedro González Toca, quien lamenta que no se haya sido capaces de poner “dos simples, sencillas y baratas placas de identificación, que a la vez sirvieran de reconocimiento y hasta homenaje a Matilde Zapata una luchadora contra los golpistas y fascistas del año 1936 y defensora de la libertad y  democracia”.

UN LEGADO QUE INSPIRA

Acción de las Asambleas Abiertas Feministas el pasado 8 de Marzo

El legado de Matilde Zapata va más allá de su faceta activista, de su condición de icono feminista y progresista.

En lo profesional, su labor periodística ha sido ampliamente estudiada por el custodio de tanta memoria que es José Ramón Saiz Viadero.

Matilde Zapata, que por ejemplo  ha inspirado recientemente un Centro Social desde el que operaba el Banco Obrero de Alimentos,  es uno de los ejemplos recurrentes que se pone en cuanto al uso del espacio público: lo ponían de relieve en uno de los últimos 8 de Marzo las Asambleas Abiertas Feministas de Cantabria llamando la atención sobre una evidencia, que las esculturas en la ciudad son mayoritariamente para hombres, quedando las mujeres muchas veces relegadas a lo colectivo y lo anónimo. Ejemplo: la Sardinera.

Recientemente, se ha publicado un calendario del año 2023 por la asociación feminista y LGTBI de Castro -Urdiales «Las sin sombrero», en el cual protagonizaba uno de los meses, junto a muchas referentes que se quiere mantener.

DIGNIDAD HASTA EL FINAL

La vida de Matilde Zapata la podemos repasar en este capítulo de ‘Mujeres desde el Cantábrico’, de Lorena San Miguel, para EL FARADIO, o en este artículo de María Toca, o en este de Miguel Ángel Chica.

Nacida en Andalucía, se desplazó muy pronto a Santander por el trabajo de su padre.

Mientras estudiaba, militó en las Juventudes Socialistas y conoció al que sería su marido, Luciano Malumbres.

Matilde Zapata

El periódico La región se fundó en 1913, con tendencia regionalista,  pero, con la llegada de la República y la dirección de Malumbres, pasa a representar a los sectores más izquierdistas de la sociedad.

Comienza entonces una etapa de turbulencias para el periodismo local y las encendidas columnas llevaron a Luciano a estar en el punto de mira de algunos grupos recibiendo amenazas y teniendo que ser protegida la sede del periódico mientras él permanece allí por orden del gobernador civil de Santander.

A la vez que Matilde Zapata colabora en el periódico con escritos defendiendo el derecho de la mujer y la defensa de una mejora en su capacitación profesional y cultural, trabaja como auxiliar en la Biblioteca municipal.

Los acontecimientos de 3 de junio de 1936 llevan a un giro en su vida: Malumbres es tiroteado mientras jugaba al dominó con unos amigos por un militante falangista. Sucedió en el bar La Zanguina (hoy, el Tívoli, en la calle del Martillo).

Permanece toda la noche en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte,a la vez que Matilde se ocupa de supervisar que al día siguiente el periódico salga con el atentado en primera plana.

Al día siguiente, Luciano Malumbres fallece y ella se hace cargo de la dirección del diario hasta su cierre en 1937.

Tras el cierre, Matilde despliega una intensa actividad con discursos y artículos referentes de la puesta en valor de la libertad, el feminismo y la igualdad, con una indudable calidad literaria que no siempre se ha resaltado suficientemente.

Poco antes de la entrada de las tropas franquistas en Santander consigue subir al vapor `Conchita´ en dirección a Francia. Sin embargo, el barco es interceptado en Asturias y Matilde detenida y conducida nuevamente a Santander.

Durante varios días, permanece en el grupo escolar Ramón Pelayo, al igual que varias cientos de mujeres que aguardaban su incierto devenir.

Es juzgada por dos delitos en el Instituto Santa Clara donde ella se defiende a sí misma en un acto que apenas dura diez minutos siendo condenada a muerte y que termina con sus célebres palabras : “El fiscal ha solicitado para mí dos penas de muerte. Con una me sobra. La otra puede guardársela, porque igual la necesita algún día para él mismo.”

Su ejecución es llevada a cabo en Ciriego al amanecer y enterrada en una fosa común junto con otros luchadores por la libertad, a la edad de 32 años.

MÁS SOBRE MATILDE ZAPATA Y MEMORIA EN EL ARCHIVO DIGITAL DE JOSÉ RAMÓN SAIZ VIADERO

 

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