Cantabria comienza a sellar la herida del olvido a Rapún, el último amor de Lorca, enterrado en Ciriego

Dos obras de teatro, 'La piedra oscura' y 'Una noche sin luna', representada este fin de semana, han sido determinantes para sacar del desconocimiento una historia sumergida que mantenían a flote voces cada vez más crecientes.
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Este fin de semana en Cantabria de ha dado un paso, seguro irreversible, hacia la reconciliación con una parte de su historia que había quedado sepultada entre la niebla.

Y no es que fuera nueva, ni mucho menos. Ni que no se hubiera contado hasta ahora. Comenzó a saberse hace tiempo, y se mantuvo viva por varias voces.

Pero algo se quebró ya hace un par de años cuando la vida saltó a las tablas y una obra de teatro, ‘La piedra oscura’, nos lo contó para públicos más masivos: la relación que hubo entre el último amante de Lorca y Cantabria, Rafael Rodríguez Rapún, que batalló en el frente norte, que fue herido aquí. 

Daniel Grao ante la tumba de Rapún, el amante de Lorca al que interpreta en La piedra oscura, enterrado en Ciriego

Bastaba buscar un poco en Google o leer la prensa esos días para saber que el personaje al que dio vida el actor Daniel Grao acabó sepultado aquí, en Ciriego.

Se trataba de coger el guante. Algunos lo hicimos, llegando a tratar la noticia de una obra de teatro madrileña, con su posterior seguimiento, como una noticia local. Lo era.

Y la obra llegó aquí. Y sobre el escenario, la alusión de Daniel Grao, perdón, de Rafael, a cuando paseaba por Federico por la playa sonaba especial, irrepetible, porque la playa estaba enfrente, literalmente enfrente del escenario. Sus actores visitaron la tumba.

Pasaron los años y la mancha de aceite fue extendiéndose. La primera obra de teatro había abierto camino, y llegó el otro montaje. Exitoso (es una forma muy escueta de decirlo), nuevamente todavía en Madrid, ‘Una noche sin luna’, con Juan Diego Botto en escena haciendo de Lorca en un montaje que inevitablemente estaba plagado de referencias a Rafael, los dedos que se juntan, su mano, su pecho.

Entre medias, las noticias en medios sobre el destino final de Rapún comenzaron a ser más frecuentes, año tras año, con el aniversario, justo un año después de que Lorca se muriera (a Federico le llama la atención esta forma de expresarlo), de forma que la conmemoración es el mismo día y consiguen estar unidos en la muerte, en el recuerdo.

LA CATARSIS DEL PALACIO

Y al final la obra llegó al Palacio de Festivales, al Santander donde yace, reposa, descansa, Rafael. Dos representaciones en la que la historia se abre camino. En la segunda, la del sábado, hubo un epílogo extra en la que la obra se dedicó expresamente a la memoria de Rapún, con el recuerdo de su sepultura en Santander, la paradójica tumba conocida que era desconocida, frente a la desconocida fosa de Lorca.

El mensaje, lanzado al final de una obra que es una catarsis colectiva, surte efecto: no sólo en avanzar en el conocimiento más masivo de esta realidad, en recordar que la memoria construye nuestra identidad y perder la memoria es perder la identidad, sino que incluso hay espectadores que acuden a visitar la tumba.

No son los únicos, el propio Botto, ese Lorca frágil, ingenioso, culto, comprometido, vanidoso porque artista, al que hemos cogido durante la obra, acabó visitando la tumba de ese Rafael que se convirtió en su recuerdo más preciado, en su última sonrisa.

El equipo ha cerrado el círculo visitando la tumba, junto a la asociación Archivo, Guerra y Exilio (AGE), que relata en su blog la visita. Suyas son las fotos

Se esboza incluso la idea de un documental sobre Rapún del propio Botto, con toco el potencial comunicativo que eso supone, que ya ha supuesto el montaje dirigido por Sergio Peris-Mencheta.

FUE LO QUE (NOS) PASÓ

Ya lo podemos decir del tirón, ya lo sabemos más, muchos más, ya tenemos está reconciliación con la historia, ya hemos abierto una brecha importante en el silencio forzado, en el olvido impuesto, en la ruptura de la normalidad que se nos colocó como normal.

-Federico García Lorca consiguió convertir la voz del pueblo en poesía y la poesía en voz del pueblo.

-Un objetivo que coincidía con la apuesta por la educación de la Segunda República, abrir escuelas y bibliotecas para romper el histórico atraso que no hacía más que consolidar privilegios.

-Un objetivo al que respondieron iniciativas como La Barraca, una compañía teatral que acercaba a los pueblos el teatro clásico.

-El secretario de La Barraca era Rapún, que fue amor de Lorca hasta el punto de que le dedicó poemas y los Sonetos del Amor Oscuro.

-La lucha contra los privilegios hizo que los privilegios se rebelaran

– Lorca fue asesinado en Granada, «por rojo y maricón», y en 2022 todavía no sabemos dónde está su cuerpo.

-Rapún se alistó, acabó en el Frente Norte de la Guerra, fue herido en Cantabria, y murió en un hospital militar de Santander, está enterrado en Ciriego, sin que fuera de conocimiento general de la ciudad, la comunidad.

Pero tenemos más historias relacionadas, no sepultadas, pero si no integradas en el relato colectivo  es decir, en la memoria, es decir, en la identidad, y que si se han mantenido vivas ha sido por un esfuerzo de muchas voces que prueban que hay una historia oficial que no siempre escucha porque impone, o que impone porque no escucha hasta que no queda otra: pensamos, en clave local, en el trabajo de José Ramón Saiz Viadero, Archivo Guerra y Exilio, Desmemoriados, el Colectivo Memoria de Laredo, Alberto Santamaría, La Vorágine, La Pajarera, Isidro Cicero, Antonio Brevers y Javier Lezaola y un largo etcétera… sin olvidar tesis doctorales, obras de teatro (Cientos de pájaros te impiden andar, de Ábrego), cancioncillas populares o pop (el disco de La Billy Boom Band) y un empuje que consiguió evitar el olvido total.

-Lo que hoy llamamos Universidad Internacional Menéndez Pelayo nació como Universidad Internacional de Verano, un proyecto de inspiración republicano, al nivel de la Institución Libre de Enseñanza o la Residencia de Estudiantes, para mezclar a los mejores expedientes con los mejores profesores.

-En la UIV actuó La Barraca, hoy da nombre al premio cultural de la UIMP.

-La programación cultural de la UIMP, perdón, de la UIV, quería acercar la música al pueblo y eso acabó siendo el FIS, el Festival Internacional de Santander. Todo acabó de repente por el golpe de Estado, la guerra y una dictadura en la que la educación y la cultura fueron, también, el enemigo.

-Hay más: La Magdalena fue sobrevolada por aviones nazis, aliados del bando franquista de la Guerra. El franquismo hizo de la zona un campo de concentración para quienes no encajaba en si molde, que sirvió de inspiración para otros campos de concentración en todo el país, porque si, la dictadura franquista tuvo campos de concentración y hasta mano de obra esclava sin la cual no podrían entenderse muchas fortunas que llegan a la actualidad. 

-La nueva dictadura fue más, que no es poco, que unos militares mandando y matando o encarcelando a quienes no pensaban como ellos. Fue un régimen que aprovechó su fuerza para darle la vuelta a la historia en marcha, y que para ello se incrustó en partes de la sociedad. Se acabó apropiando de la UIMP y del FIS, vaciándolas del significado de acercamiento de la cultura a las clases populares.

Se pusieron calles a sí mismos (imaginemos que un gobernante hoy se pusiera una calle a sí mismo, en vida, porque todavía hoy hay gente defendiendo el callejero que ensalza, las calles ensalzan, a una dictadura)

-Y  aprovechó el incendio de Santander en 1941 para moldear la ciudad según su concepción del poder, porque el urbanismo es poder, como han contado muchas voces, recopilados en nuestro ‘Expulsados’. Y ni siquiera quedó prensa para contarlo, porque a Luciano Malumbres le mataron poco antes de la guerra, a Matilde Zapata poco después. No era tiempo de lucha, con la honrosa excepción en tiempo real de los guerrilleros antifranquistas: aquí tuvimos los últimos, los que llegaron cuando ya muchos no querían no recordar la guerra ni ver la dictadura.

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