Santander Hábitat Futuro plantea refugios climáticos para hacer frente al incremento de las temperaturas

Edificios públicos y viviendas particulares tendrán que adaptarse al cambio climático
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El reciente verano se vivió una situación de récord en las temperaturas, de más de 32 grados, que no será una excepción, sino algo habitual, en consonancia con lo que ya está pasando.

Las implicaciones del cambio climático afectan a distintos campos, y también a la definición del espacio público, tal y como recoge el equipo redactor de Santander Hábitat Futuro, el nuevo modelo de ciudad, base del PGOU.

Así, se comprueba que desde 1979 la temperatura media anual ha aumentado hasta en  un grado,  con una especial concentración de años cálidos durante la última década. Por su parte, las precipitaciones anuales se han mantenido relativamente constantes durante ese período estudiado, cuatro décadas.

Respecto al análisis de las temperaturas futuras,  de acuerdo con los resultados obtenidos de los archivos climáticos futuros generados con METEONORM para la ciudad de Santander,  se prevé para 2055, año que se marca como referencia Santander Hábitat Futuro, una subida de más de un grado respecto a la media climática de 1995-2017.

Más en detalle, se observa como durante los meses calurosos esas temperatura subirían 1,5 grados frente a la temperatura actual.

Las temperaturas suben, hasta el punto de que se contempla la reducción del 7 al 9% del número de horas anuales por debajo de 13ºC (el umbral considerado para las temperaturas frías), mientras que en la franja entre 18 y 24 grados, las denominadas temperaturas confort, habrá alzas en entre un 7 y un  9% de las horas.

Yendo a las temperaturas extremas, la media de las máximas subirá más de dos grados, lo que hará más comunes los récords de este verano en que se llegaron a alcanzar los 32,2 grados en julio; y en las mínimas se experimentará una subida de 1,5 grados.

Así pues, el aumento de temperaturas hará que se prevé que resulte en un aumento significativo del número de noches tropicales (temperaturas mínimas nocturnas por encima de los 20ºC). Sin embargo, el número de noches tórridas (temperaturas mínimas nocturnas por encima de los 25ºC) seguiría sin ser significativo.

LAS CONSECUENCIAS URBANAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Esta subida de las temperaturas tiene consecuencias  en todos los frentes:  desde el impacto en los hábitats hasta el consumo de energía, y la demanda de adaptación de los edificios, así como el consumo de agua, el tratamiento de los recursos y la salud de las personas, en especial de las más vulnerables.

A efectos de clima y territorio, es importante el alto porcentaje de suelo impermeabilizado en la ciudad, lo que incrementa la superficie que captura calor, potenciando ese efecto isla de calor, además de reducir la capacidad de infiltración de agua de lluvia, lo que tiene consecuencias, como inundaciones cuando llueve.

En el entorno urbano interior, los riesgos podrían centrarse en la carencia de infraestructuras y servicios esenciales, o bien en viviendas de mala calidad, menos preparadas energéticamente: según el Plan Estratégico Santander 2010-2020, más del 80% de las viviendas no lo están, por lo que sufren grandes oscilaciones de temperaturas y necesitan más consumo de energía para mejorar su climatización, sea frío o calor. Por tanto, el incremento de las temperaturas requerirá medidas en materia de calidad de las viviendas, y se llama la atención sobre los elevados costes que puede suponer para colectivos vulnerables adaptar la vivienda  a estos cambios.

En el ámbito de la salud se obtiene un riesgo bajo-medio, pero se apunta que los eventos extremos de calor pueden provocar enfermedades e incluso muertes—y efectos en la productividad laboral-, y los cambios en las lluvias pueden afectar a la calidad del agua para su consumo, además de la evidente subida del nivel medio del mar.

LOS REFUGIOS CLIMATICOS

Santander Hábitat Futuro, el Nuevo Modelo de Ciudad diseñado por LandLab y Paisaje Transversal para el nuevo Plan General de Ordenación Urbana, prevé formas de adaptarse al cambio de las temperaturas, como la figura de los refugios climáticos.

Se parte de la evidencia de que el incremento de las temperaturas suma en los entornos urbanos el denominado efecto isla de calor, y en Santander se añade la particularidad de las suradas, los temporales de viento sur que suponen también subidas en los mercurios.

Por tanto, será necesario que los espacios públicos sean espacios saludables y confortables.

Además, el hecho de que  la distribución de la temperatura en el contexto urbano se rija por la radiación solar absorbida por los materiales en superficie tiene efectos sobre el pavimento,  expuesto en mayor medida a la radiación solar, con un elevado grado de absorción.

La transformación de su materialidad es clave para paliar los efectos de la isla de calor en superficie.

Otro elemento que regula la intensidad de la incidencia solar y el gradiente de temperatura y humedad es la masa vegetal.

Por eso, se considera  necesario incorporar estrategias de arborización urbana del frente litoral que además de colaborar en mitigar el calentamiento global en cuanto a la capacidad de los árboles de almacenar el CO2, contribuyan a reciclar y mejorar la calidad del aire, además de funcionar como un termostato natural del tejido urbano.

Su implantación genera una sombra en superficie que disminuye el impacto de la radiación solar en el pavimento y en las edificaciones por lo que reduce la necesidad de instalaciones de pulverización urbana, o instalaciones climáticas en el interior de los edificios.

Desde el punto de vista ecológico, genera corredores verdes y conectores de biodiversidad, incrementando la diversidad de especies y generando una barrera natural contra la exposición a las disrupciones ecosistémicas.

En Santander, la estrategia de refugios climáticos debe tener en cuenta la relación con el mar y la zona de costa.

DE LOS EDIFICIOS PÚBLICOS AL MOBILIARIO URBANO

La previsión de cambios significativos en las condiciones ambientales condicionará, por un lado, las exigencias térmicas, y por consecuencia, la demanda energética de edificios y, por otro lado, el confort térmico de los ocupantes, sobre todo durante los meses cálidos.

Los espacios públicos, tanto por el diseño de los flujos y usos, como por la materialidad, se presentan como lugares, en general, desnaturalizados e inhóspitos para los vecinos, señalan.

En entornos como el de Santander, donde hay una presencia substancial de superficies impermeabilizadas, ya sean de hormigón o asfalto, la integración de elementos orgánicos resta en un papel secundario, y en ocasiones, puntual y de carácter anecdótico. Este diseño favorece el efecto de islas de calor urbanas.

En cuanto al espacio público exterior, el mobiliario urbano, etc.. se plantea desde la instalación de elementos de sombra, la naturalización de los espacios urbanos con árboles, jardines, cubiertas verdes…, hasta la selección de pavimentos ‘frescos’ que, en lugar de absorber el calor de la radiación solar, lo reflejen, o introducir elementos de agua.

LA ADAPTACIÓN DE LAS VIVIENDAS

Llevados a las propias viviendas , estas variaciones de temperaturas son complejas en cuanto a su adaptación, más allá de las propias subidas y bajadas, y teniendo en cuenta factores como la variación de temperaturas entre el día y la noche,  se mira a tendencias como la arquitectura pasiva, en las que se introducen elementos energéticos en el propio diseño de la vivienda, pero que tendrán que ser complementadas con otras soluciones para los períodos climáticos extremos.

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