
«La desinformación campa a sus anchas y todos somos un poco responsables»
La divulgación de lo que la ciencia va descubriendo es un apartado fundamental de la comunicación hoy en día. Poner los datos frente a quienes desvían el debate o le restan importancia a lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Por eso Alfonso Peña se ha propuesto aportar algunas claves importantes, y con un lenguaje sencillo, en su libro ‘Cinco ideas para entender la crisis climática’. Y utiliza datos y ejemplos para entenderlo mejor. Lo presentará este miércoles en La Vorágine, acompañado por José Antonio Sánchez Raba, de Ecologistas en Acción y exdirector del Colegio Cisneros de Santander.
Él trabaja en el CIMA y » en buena medida mi trabajo consiste una buena parte de él en sensibilizar, concienciar sobre temáticas ambientales variadas y en particular sobre cambio climático que es en quizás en lo que más estoy especializado», dice en una entrevista concedida a EL FARADIO.
No solamente divulga a través del libro. Tiene una web, enplanplaneta.es, y también un canal de Twitch. A raíz de diversos directos y charlas, tomando notas en ellas, pues apareció la oportunidad y el material para escribir el libro.
Las cinco ideas que vertebran la obra son que la crisis climática es real, que está causada por el ser humano, que hay consenso científico sobre ello, que nos perjudica y que hay esperanza para revertirla. Sin embargo, los científicos se están teniendo que convertir en activistas para tratar de que su mensaje llegue a más gente. Y algunos tienen problemas judiciales, por lanzar zumo de remolacha en la puerta del Congreso o un bote de sopa a un cuadro protegido por un cristal.
Peña reivindica la palabra activista. «Tiene una connotación muy negativa, pero al final un activista es una persona que lucha por aquello en lo que cree y considera una causa justa». En esa definición podemos encuadrar a Fernando Valladares, que es quien ha escrito el prólogo de su libro. Una persona que demuestra un compromiso inequívoco con esta causa, pero también es importante que haya muchas personas que repliquen estos mensajes, no sólo unas pocas que puedan ejercer una especie de liderazgo.
La cuestión es que Peña no ejerce directamente como científico, sino que divulga lo que ellos observan. Y los que observan dicen que hay que ponerse las pilas deprisa, porque si no el problema que ya estamos sufriendo (basten los efectos de la DANA en la provincia de Valencia como ejemplo) se irá agravando y sus consecuencias pueden llegar a cotas catastróficas nunca antes vistas.
A este divulgador le preocupa muy seriamente que «la desinformación campa a sus anchas y todos somos un poco responsables». Pone como ejemplo que recientemente vio en televisión un debate sobre si la tierra es plana o no, planteándolo desde una perspectiva equidistante. Esta es la forma de darle la posibilidad a quien sabe argumentar muy bien de abrir una grieta, una duda entre quienes asisten a ese debate. Por eso cree vital que las conclusiones de los científicos no se pongan en tela de juicio. Con la crisis climática pasa igual. Es algo que tiene muchas aristas, pero ya no hay debate entre la comunidad científica en cuanto a que «el cambio climático existe y el ser humano es el responsable». Otra forma de decirlo es que «si hubiera una persona que tuviera algún tipo de prueba de que el cambio climático no es real y que el ser humano no es el responsable lo tiene sencillísimo para hacerse la persona más famosa de este planeta. Sólo tiene que hacer una cosa: demostrarlo».
«Hay muchos intereses en juego, no podemos ser ingenuos tampoco», afirma Peña. Por eso existe manipulación. En cuanto que aparece algún dato que refuerza los argumentos del negacionismo, se coge y se maximiza, mientras se empequeñece todo el resto de datos que no les dan la razón y que apuntan a una tendencia diferente. Otros se han rendido ante la evidencia, pero minimizan el impacto del cambio climático y argumentan que no hay que tomar decisiones urgentes para paliarlo. Los llamados ‘retardistas’.
Ante esto, el camino a emprender debe ser el de mitigar los efectos de la crisis climática, pero también adaptarse a los cambios que se van produciendo y que no podrán ser completamente revertidos. El autor del libro tiene un apartado con 31 cosas en las que nos afecta el cambio climático y no nos damos cuenta. «Y hay muchas más», dice. Desde que se suspendan unas clases por el calor, a que se produzcan más lipotimias en los conciertos o que podamos contraer enfermedades atípicas en nuestras latitudes porque llegan mosquitos que no había antes. «Es un problema de salud, sobre todo». No se trata, únicamente, de reducir emisiones de gases de efecto invernadero, sino que hay que atender otras realidades también ,como que millones de personas en el mundo se tengan que desplazar por los efectos de esta crisis.
Como ya citábamos más arriba, existe la esperanza de poder frenar o ralentizar los cambios, pero también señala Peña que «la esperanza hay que trabajarla». Las soluciones no van a caer del cielo. «Hay esperanza porque sabemos por qué está pasando esto», subraya.