El “coladero” del Puerto de Santander, “la casa de tócame Roque”, arranca el año superando un 2021 de récord

El Puerto exhibe un nuevo récord de mercancías en enero y febrero, que supera al récord histórico de un 2022 que se ha pasado pronosticando el desastre por los accesos frustrados de migrantes con los que justifica unas concertinas que nadie más usa ya
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El Puerto de Santander empieza a tener un serio contrincante argumental en su teoría sobre los múltiples accesos de migrantes que amenazan con llevar a la ruina a sus empresas a menos que se pongan cuchillas: la realidad.

Algo que resulta particularmente paradójico cuando es el propio Puerto el que emite datos que desmontan su propio discurso: con una mano, la Autoridad Portuaria – y todos aquellos a los que ha llevado a replicar su argumentario–pronostica desde hace tiempo constantes debacles –uno de los motores de la economía regional se tambalea por unos jóvenes que no tienen ni techo–, y con la otra presume de récord tras récord.

DEL RÉCORD DE 2021 A SUPERARLO AL INICIO DE 2022

Porque si 2021, año cuya segunda mitad se caracterizó por el constante catastrofismo para justificar la instalación de las cuchillas– se cerró con un récord “histórico” –calificación del propio Puerto—en el tráfico de mercancías con 6,7 millones de toneladas, en 2022 los primeros resultados son de superación del citado récord histórico.

En concreto, durante enero y febrero ha operado 1,1 millones de toneladas, con un incremento de 30.000 toneladas respecto al segundo mejor resultado de este período, que fue en 2002.

¿EMPRESAS QUE HACEN PLANES EN UN «COLADERO»?

El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y varios consejeros, asisten a la colocación de la primera piedra de la terminal de contenedores.
21 FEBRERO 2021 © Miguel De la Parra

No sólo son los datos del Puerto los que contradicen su discurso sobre el efecto de los intentos de acceso (importante el matiz de intentos, que supone que no se consiguen, aunque a veces se haya querido usar como prácticamente sinónimos intento y acceso).

Las empresas se asientan en sus instalaciones pese a los empeños en presentarlas como un lugar inseguro, un “coladero” en el que todo el mundo entra “como Pedro por su casa” y un “campo de trabajo de las mafias” (estas expresiones literales las han dicho representantes políticos del PRC o PP en el Parlamento de Cantabria o del PP en el Ayuntamiento de Santander, pese a que la Memoria de la Fiscalía no recoja ninguna alusión a las mafias).

Así, para este 2022 se espera que pasen por el Puerto 18 cruceros –en este caso no es un récord histórico, sino simplemente su segundo mejor dato–, y en los últimos años se han ido sumando líneas y Britanny Ferries –que supuestamente se iba a ir–  se mantiene.

No sólo eso, sino que llegan nuevas inversiones: la empresa Boluda comenzaba hace semanas la construcción de una nueva terminal de mercancías, con una inversión de 38,5 millones de euros a 40 años que incluye la presencia de su naviera. No parece que una compañía encabezada por un expresidente del Real Madrid haga inversiones inseguras.

LA DESPROPORCIÓN DEL DISCURSO FRENTE A UN PROBLEMA REDUCIDO A LA MÍNIMA EXPRESIÓN

A los datos propios y a las previsiones e inversiones de las empresas se suma otro factor que choca contra el argumentario procuchillas: recientemente la Guardia Civil subrayaba que sus efectivos ya frustran el 98% de los accesos al recinto portuario. Imaginad lo que pensaría cualquier puesto de la Guardia Civil si supiera que podría evitar el 98% de, por ejemplo, los robos que se intentan.

SÓLO SANTANDER PIENSA EN CONCERTINAS

Frente a esto, el Puerto sigue empeñado en mantener los tramos de concertinas que ya tiene, un sistema que no se emplea ni en Ceuta o Melilla, con una evidente mayor carga migratoria, y al que no recurre ningún otro puerto, por tanto, no es un factor de competitividad que lleve a empresas a buscar instalaciones que tengan este sistema, pues acabarían en puertos sin concertinas.

EL PUERTO FÍA LA SOLUCIÓN A LA ÚNICA VÍA QUE NO DEPENDE DE ELLOS

Los planes iniciales eran extender las concertinas a todo el perímetro y se paralizaron supeditando su retirada definitiva al único factor que no depende del Puerto de Santander y sí de otra institución.

Porque el Puerto puede disponer por sí mismo, como ya ha hecho, de medidas de seguridad, policía portuaria o seguridad privada, pero traslada como única solución, incapaz de mantener el primer falso dilema –o concertinas o ruina—a un nuevo falso dilema –o guardias civiles o ruina-.

Sustituir un falso dilema por otro es una forma de reconocer que había más de dos opciones  y confirmar que el primer falso dilema era eso, falso. Aunque a estas alturas, las contradicciones argumentales y la mera lógica no son el peor enemigo de discurso del Puerto de Santander, incapaz de competir contra la realidad.

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