Tampoco es que sean tiempos sencillos en el sector financiero, que tras la última crisis que destruyó lo que fueron las cajas vivió un proceso de fusiones que no se ha dado por finalizado.

Como tantas cosas claras de antes en nuestro día (desde la factura de la luz a la del gas, pasando por muchas de las fábricas de siempre o los desconocidos fondos que enseñorean gran parte de las empresas), cuesta seguir el ritmo.

Lo que fue Caja Cantabria se convirtió –tras una breve denominación de Effibank—en parte de Liberbank, un banco ya privado en el que estaban CajaAstur, la parte dominante, y Caja Extremadura. CajaAstur, a su vez, cargaba con la maleta de la frustrada Caja Castilla La Mancha.

Al igual que estos párrafos de contexto, no fue suficiente y Liberbank –no estamos contando la fusión frustrada con Unicaja–, a su vez, se ha integrado en Unicaja, el banco que integraba a las cajas andaluzas, generando el quinto banco español.

De modo que las oficinas de aquella caja que fue referente tanto por extensión y cercanía como por su obra social y apoyo a entes deportivos o culturales han ido cambiando los rótulos –las que no van cerrando—.

El caso es que todo ese proceso de cambio, del que ya se han cumplido nueve meses, no se ha traducido en más estabilidad ni calma para una empresa que se promociona en esta nueva etapa con un “somos más” que en realidad es un menos trabajadores y menos oficinas.

El anuncio de dimisión de Braulio Medel al frente de la Fundación Unicaja se suma a unos meses convulsos que arrancaron con protestas y ERE y que incluyen luchas de poder  políticas y económicas y una reducción de la presencia social.

DIMISIÓN EN LA FUNDACIÓN

Junto al banco como tal, Unicaja, existía la Fundación Unicaja, a cuyo frente estaba, como presidente Braulio Medel, histórico y poderoso banquero andaluz. La Fundación absorbió las obras sociales de las cajas andaluzas y es parte del accionariado de Unicaja Banco.

En su seno se reflejaron luchas de poder derivadas de la integración de Liberbank, banco en el que la parte dominante era la asturiana, la que procedía de la antigua CajaAstur.

Lo polémico ha sido  el apoyo de Medel a los consejeros asturianos, que a su vez venían respaldando al antiguo presidente de Liberbank, Manuel Menéndez, en decisiones que suponían restar poder a la parte andaluza de Unicaja.

A raíz de la sentencia que confirma esos pagos, una plataforma llamada Salvemos Unicaja ha presentado una denuncia ante la Fiscalía andaluza.

Y han ido estallando una serie de conflictos heredados:  desde la elaboración de un informe sobre su honorabilidad.

Antes de su etapa en la Fundación, Medel presidió la propia Unicaja –en los tiempos anteriores a tener en su seno a Liberbank, cuando era una parte importante del mapa del poder en Andalucía–, y ahí la prensa especializada viene contando historias como sobresueldos e informes sobre ellos frenados por el propio Medel, incluyendo pagos a la cuestionada entidad AUSBANC ligados a procesos judiciales de los EREs de Andalucía y a que no fuera acusado.

La situación ha ido derivando en una pérdida de apoyos, con distanciamiento de su figura tanto de la Junta de Andalucía como del PSOE allí, o del Ministerio de Economía, que ha cuestionado su idoneidad y solicitado una investigación interna.

EL PESO DE LOS FONDOS

De momento el conflicto no ha espantado a los fondos que son accionistas de Unicaja.

Uno de ellos Norges Bank, el fondo soberano de Noruega, con un 2,5% de peso en el grupo.

También está Oceanwood, que ya venía en el lote de Liberbank. Es un fondo británico fundado por exdirectivos de Goldman Sachs, una de las protagonistas del estallido de la burbuja financiera estadounidense. Antes era mayoritario en Liberbank, ahora tiene un 7%, menos que lo que llegó a tener en el banco asturiano que absorbió a la caja cántabra, pero suficiente para ser el principal entre los fondos.

Siguen en el accionariado, con una posición inferior al 3%, Santalucía (2,5%); la gestora del Banco Santander (2,4%) o FMR (1,78%). No está ya, pero estuvo, el gigante BlackRock.

CIERRES DE OFICINAS

La fusión vino acompaña de cierres de cientos de oficinas bancarias (casi una treintena se esperan en Cantabria en los próximos meses), presentadas como consecuencia de la integración y la necesidad de optimizar recursos, así como por el proceso de digitalización bancaria –el predominio de las apps y los pagos online– acelerado a raíz del parón de la pandemia.

En Cantabria, al igual que en otros territorios incursos en procesos de exclusión financiera y en un contexto de preocupación por la despoblación rural, en las últimas semanas se han producido protestas y manifestaciones, respaldadas por los alcaldes, ante los cierres de oficinas en Alfoz de Lloredo, Cabuérniga o el barrio de La Inmobiliaria en Torrelavega, entre otros.

A diferencia de la actitud con la crisis de las participaciones preferentes, en esta ocasión las instituciones –en concreto, los alcaldes—están esgrimiendo una parte del poder que tienen en la relación con el banco: las cuentas bancarias que tienen los ayuntamientos, en ocasiones ligadas al pago de impuestos obligatorios. Algo que en su día solicitaron a las administraciones los propios afectados por las preferentes, sin éxito. La relación con la administración no tiene un peso menor para la banca: la propia Unicaja admitía en sus balances que los intereses de los créditos ICOS arbitrados a raíz de la crisis del COVID le ayudaron a capear el descenso en la firma de hipotecas.