Las gasolineras convencionales intentan resistir al empuje de las low cost

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Durante la tramitación de una modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Santander sobre la regulación de la instalación de gasolineras, sorprendieron las alegaciones que plantearon las organizaciones empresariales.

En realidad, la misma, por parte tanto de CEOE como de la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de Cantabria (cuyo presidente, Jorge Benito, lo es también del sector a nivel estatal, de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio, CEEES).

Obras de la gasolinera junto al IES Cantabria

Ambas organizaciones llamaban la atención sobre la profusión de gasolineras en los últimos años y poniendo números: en los últimos diez años se han implantado un total de 19 gasolineras.

Las últimas, como la que ha despertado la alarma en el instituto Cantabria, en La Albericia (sería la cuarta en la misma calle, Repuente, y en este caso literalmente anexa al centro), responden a un nuevo modelo, el de la gasolinera de bajo coste.

Porque en el sector de las gasolineras se está librando una guerra similar a la que se produce en otros frentes –y que suma sus perjuicios no sólo a las condiciones laborales de los trabajadores sino a las propias empresas-:  los hosteleros frente a Glovo, el taxi frente a Uber, el comercio local frente a Amazon, los ganaderos frente a los bajos precios de la leche que les marcan las grandes industrias lácteas, las distribuidoras comerciales o las marcas blancas y los hoteles y hostales frente a Air BNB: los sectores más convencionales ven surgir otros nuevos con técnicas más agresivas, unas veces apoyadas en la tecnología, otras en los precios y otros en una acumulación de capital contra la que resulta difícil de competir.

Es parte del mismo fenómeno que está desplazando la propiedad de las empresas hacia los grandes fondos financieros, que se desplazan de un sector a otro en busca de una maximización extrema de la rentabilidad, vista a una escala global inasumible para un empresario local –o simplemente nacional– y cuyo rastro vemos últimamente en Cantabria en cualquier noticia en clave laboral o empresarial: desde el cierre de buena parte de la cadena de perfumerías Douglas, los conflictos en el telemarketing, pasando por la venta de la empresa que gestiona los nuevos cines Bahía Real, sin olvidar el inminente rescate público al Grupo Celsa (propietario en Cantabria de emblemas como GSW, la antigua Nueva Montaña Quijano).

UN NUEVO MODELO

En 2013 se aprobó una modificación legal por el Gobierno central que liberalizó el sector de las estaciones de servicio y permitió este nuevo sector.

Son estas las que más crecen: en 2021 el número de las low cost creció en torno a un 40% o 45%,  fundamentalmente de las empresas Petroprix, Plenoil –promotora de las gasolineras en Nueva Montaña o la calle Castilla- y Ballenoil –esta última es la que promueve la de la calle Repuente o con planes para otra en General Dávila/El Alta-.

Entre las tres cuentan con más de 300 gasolineras repartidas por toda España, con   más de 1.000 millones de litros de combustible vendidos en 2021 y una facturación superior a los 1.000 millones de euros. Ya son el 13,5% de todas las estaciones de servicio que hay en todo el país, en el que se cuentan más de 1.300 gasolineras de este nuevo modelo, que además ha crecido desde la pandemia.

Es un modelo al que se ha mirado más a raíz del incremento sostenido del precio de los combustibles, acelerado con la guerra de Ucrania.

La reducción de precios –de entre un 10 ó 15%, que ha llegado a elevarse al 20% en los últimos tiempos y puede situarse en 15 céntimos por litro- se logra eliminando algunos aditivos respecto a la base, común y suministrada desde CLH –Compañía Logística de Hidrocarburos–, pero cuya reducción  aseguran que no perjudica al mantenimiento del vehículo.

Pero también influye una política de recursos humanos en la que se tiende a prescindir del personal, delegando en ocasiones en el propio conductor la tarea de surtirse a sí mismo, una especie de self service.

En su modelo de negocio prima también el poco margen de beneficio que tienen, de escasos céntimos –por eso fueron de las que más protestaron, como traslado la organización Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (Aesae) contra la medida del Gobierno para reducir el impacto de los precios, que implicaba adelantos por su parte y que luego fue compensada con ayudas económicas–

Junto a ello, otras medidas como prescindir de los extras –los servicios de hostelería o la tienda—, lo que tiene como consecuencia directa la necesidad de un uso intensivo de la instalación, por eso apuestan por instalarse en los lugares con más tránsito de vehículos, como polígonos industriales (sin serlo específicamente, la calle Repuente, donde está el instituto, está rodeada de talleres mecánicos, hipermercados de los de ir en coche o naves industriales, y se le suma, a la hora de concitar tráfico el factor de ser también la salida directa a la S-20 ).

El funcionamiento a modo de franquicia al que se adscriben también es característico del sector y otra de las causas de su crecimiento, al derivar los costes a quien se circunscribe a la franquicia en lugar de a la marca en su conjunto.

Al sector low cost se le suman, aparte de estas grandes cadenas, las que habilitan los propios hipermercados tipo Carrefour, como oferta extra para sus clientes y buscando también esa mayor rotación de vehículos.

“NADIE DA DUROS A CUATRO PESETAS”

Desde CEES, la organización que agrupa a las gasolineras de siempre, presidida por el cántabro Jorge de Benito –presidente a su vez de la asociación en la comunidad- advierten de que   “nadie da duros a cuatro pesetas”.

Y advierten de que sus estaciones de servicio atendidas y seguras integradas en CEEES cumplen escrupulosamente con los centenares de normas que les son de aplicación, cuestionando que eso pueda hacerse en instalaciones con apenas personal y servicios. Aspectos como las normas de seguridad –la vigilancia de que no se hable por el móvil—o de accesibilidad para conductores con discapacidad, así como la política de reclamaciones.

Mientras, desde la asociación que agrupa a este nuevo modelo reivindican tanto su contribución al ahorro en los bolsillos en momentos de alza de combustibles como el efecto tractor en la reducción general de precios que, replican desde CEES, lo es también no sólo en calidad o contribución al deterioro a la larga del vehículo sino, subrayan, en puestos de trabajo.

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