Ni urbanismo ni basuras

El PP de Santander sufre un nuevo revés en un asunto clave para la gestión de la ciudad
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El Partido Popular ha sufrido un nuevo revés a su gestión, y no precisamente en un asunto menor, sino en uno de los que marca el día a día de la ciudad y que lleva siendo años objeto de quejas vecinales que no hacen sino constatar una evidencia: que la ciudad está más sucia que nunca, como, en realidad, no podría ser de otro modo tras años de contratos adjudicados a la baja, menos papeleras, menos personal y menos vehículos. Resulta que no, no se podía hacer más por menos.

El Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales ha estimado un recurso del sindicato UGT al pliego para el próximo contrato de basuras, que el PP quería adjudicar inmediatamente después de la campaña electoral.

Es cuestión de cálculos: le tumba el pliego porque los cálculos de lo que tendrá que gastarse la próxima empresa en el personal se habían hecho por parte del Ayuntamiento en base a salarios previstos en un convenio colectivo que había caducado, por lo tanto, se corría el riesgo de a la hora de la verdad, incurrir en déficit cuando se acabara pagando nóminas más altas de las presupuestadas por haber ‘pintado’ en el pliego lejos de la realidad.

Se parece mucho a lo que le pasó al Ayuntamiento de Santander con el Plan General de Ordenación Urbana aprobado en 2012 y que fue anulado por el Supremo, lo que hace que en realidad el urbanismo en la ciudad se esté regulando por el inmediatamente anterior, el de 1997, concebido en plena burbuja (burbuja que quiso estirar el de 2012, cuya revisión en realidad no era necesaria).

El Ayuntamiento forzó cálculos y priorizó ingresos para someter el Plan General a revisión

Porque aquel plan planificó una ciudad con más de261.000 habitantes que alcanzaría, atentos, el año que viene, y para satisfacer esa demanda –que hizo que el PP pudiera revisar el plan en lugar de hacer modificaciones puntuales- había que construir muchas viviendas y declarar urbanizable, esto es, susceptible de ser construido, todo el suelo de la ciudad. El POL, el Plan de Ordenación del Litoral, se convertía entonces en un estorbo. No encajaban tampoco los cálculos de abastecimiento de agua a esa población, en los que el Ayuntamiento se emperró pese a existir un recurso ante la Audiencia Nacional.

En ambos casos, además, latía una conflictividad importante. Los estertores del urbanismo a costa de los vecinos (El Pilón, Amparo, la senda costera) revelaron un modelo urbanístico demasiado continuista con el impuesto tras el incendio de 1941 y su reconstrucción al gusto de las élites de entonces, las franquistas, y el recurso ante la Audiencia Nacional que acabó llevando a la anulación del Plan lo interpuso ARCA, que había advertido, en publico y en alegaciones, de que ese modelo no iba a ir a ninguna parte.  Con las basuras, por su parte, el PP, además de echarse encima a vecinos o comerciantes, tampoco ha sabido canalizar la parte sindical. que es la que ha presentado un recurso en el que tenían razón, como asume el propio equipo de Gobierno.

Y no es el único punto en común entre la anulación del PGOU y del pliego de las basuras: frente al discurso general del ataque y la persecución constante de otras administraciones al Ayuntamiento de Santander (casi causa hilaridad visualizar a todos los protagonistas de la conjura, del presidente Pedro Sánchez a Revilla y Zuloaga pasando por Costas reunidos en una sala planificando el acoso a una tranquila capital de provincias, que en el imaginario de la Casona debe ser algo así como la Resistencia), lo cierto es que NADIE OBLIGÓ AL AYUNTAMIENTO A REDACTAR NI ESTE PLIEGO DE BASURAS NI AQUEL PLAN GENERAL. Eran ambas competencias estrictamente municipales,

En ambos casos, urbanismo (es decir, ordenación de la ciudad) y basuras (es decir, mantenimiento), Santander sigue instalada en la excepcionalidad: con un plan del 97 en vigor y resistiéndose a iniciar el proceso para el nuevo plan pese a tener todo el trabajo previo de consulta, participación  y diseño adaptado a los nuevos tiempo yah echo en el modelo de ciudad Santander Hábitat de future (redactado y aprobado por un jurado con arquitectos de prestigio); y en las basuras ahora mismo estamos con una empresa que lo lleva por contratación de emergencia tras, al fin, el Ayuntamiento prescindir de la histórica adjudicataria, otrora con buenas relaciones con ellos, ASCAN, del grupo constructor SADISA.

La excepción como norma, al igual que la agonía de los estertores del modelo de la burbuja: un PGOU que veía la construcción como algo infinito, unas basuras adjudicadas a una empresa protagonist destacada de aquellos años del ladrillo a la que la obra pública y los servicios permitieron hacerse fuerte y mantenerse, sin que para mantener ambos modelos, el de urbanismo y el de adjudicaciones de basuras, se hiciera un esfuerzo por ver lo que pasaba allí fuera, en  otras ciudades del mundo, en formas de gestionar del siglo XXI.

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