“Santander dejó de ser lo que era por querer ser lo que no ha podido llegar a ser”

El nuevo modelo de ciudad, Santander Hábitat Futuro, aplica los principios del urbanismo regenerativo, de la ciudad de proximidad, al cuerpo devastado levantado por el franquismo tras el incendio, en un modelo que pervivió y se materializó en situaciones como la expropiación de Amparo Pérez. Un 15 de febrero sucedieron ambas cosas: ardió Santander y fallecía la anciana de Las Llamas.
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El primer tic a la hora de rebuscar en un documento urbanístico puede ser –así fue en el anulado Plan General de Santander- ir a por el gran proyecto: el supertúnel, el vial, la nueva zona de expansión construcción…

Y no es que en Santander Hábitat Futuro no haya ideas, ni mucho menos: desde el recurso a la acería de la Global como fuente de energía para su entorno pasando por los, más que aparcamientos disuasorios, puntos intermodales de conexión de transportes, fórmulas para aprovechar el agua de la lluvia que paradójicamente se pierde llevando a costes económicos de infraestructuras de abastecimiento

Lo que sucede es que la mirada se aplica barrio a barrio tras un análisis de indicadores sociales o ambientales, bajando al nivel de la tortilla del Manila y planteando soluciones de puesta en valor de edificios, reordenación de tráfico, aprovechamiento de solares para participación vecinal, dotación de nuevos servicios –desde espacios de trabajo hasta medidas de apoyo a los cuidados o de lucha contra la soledad no soleada-  . Por primera vez el futuro no son los coches voladores, sino algo más cotidiano.

De la tortilla del Manila a la tienda de Julio en Porrúa pasando por las fiestas de la Encina

La mirada a lo pequeño, a la unidad de barrio, parte de la premisa de que “una cosa muy grande se desinfla de manera muy grande”, mientras que “algo hecho de piezas articuladas pequeñas es más flexible, más resistente”, recalca la arquitecta Miriam García, rostro visible del equipo de LandLab y Paisaje Transversal que ha sentado por encargo de la Concejalía de Urbanismo  las bases del nuevo modelo de ciudad.

Por eso, sabiendo que “Santander necesita un cambio profundo, lo mejor es articularlo desde lo pequeño, lo intensamente necesario”.  Porque “lo pequeño tiene un valor muy importante”, y “estabilizado y articulado” es “lo que hace una sociedad, una democracia”. “Un hábitat”, concluye, en un guiño al nombre del proyecto, Santander Hábitat Futuro.

SANTANDER INTENTA PASAR A 1942

De alguna forma, el nuevo modelo de ciudad, que guiará el próximo Plan General de Ordenación Urbana, lo que hace es romper con la ciudad orgánica, el esquema de ciudad franquista que se impuso con la reconstrucción tras el incendio del 41, tremendamente gentrificador y volcado a las élites en un esquema reflejado en el diseño de la ciudad y sus desigualdades centro-periferia.

La ciudad de las dos caras: los beneficiados y los perjudicados del urbanismo, en ‘Expulsados’

“No queda otra, es lo que intentamos hacer con nuestro trabajo”, cuenta a EL FARADIO (“y vosotros con el vuestro”) desde una ajetreada semana profesional y académica en Barcelona la arquitecta santanderina Miriam García García,

El urbanismo regenerativo, tendencia global en el diseño de ciudades, se convierte así en el remedio para cicatrizar el cuerpo herido y traumatizado por el doble shock de la guerra y el incendio que formaba la ciudad orgánica.

Un modelo que se ha reproducido durante décadas en la expulsión de vecinos y la falta de participación y  escucha, cuando no desprecio (del derrumbe del Cabildo a la expropiación de Amparo Pérez), cuando en realidad “una ciudad es su gente”, con el vecino “vinculado a un lugar, parte de una comunidad más amplia” que “busca lo mejor para la colectividad”.

Un ejemplo lo tenemos precisamente en Las Llamas, donde se encontraba la vivienda de Amparo Pérez, una casa con huerta que fue expropiada a esta anciana, cuya lucha inspiró a muchos paisanos. ( Hasta el nombre de la zona conecta todo: ella falleció un 15 de febrero, el mismo día que ardió el centro de Santander) .

La Avenida de Amparo Pérez: el vial que nos unió

Todo aquello fue, hay que recordar, para levantar un vial, para abrir paso al coche por el entorno rural de Santander, única, por lo visto, forma de llegar al centro. Zonas, las rurales y tradicionales, a las que Hábitat Futuro mira (en la propia Vaguada de Las Llamas y en la campiña litoral (la costa norte), enfocados a usos ligados al sector primario, a la alimentación –en un momento en el que el recurso a la alimentación de proximidad y local supone ahorros económicos y una forma de luchar contra el cambio climático–. Y donde “ la gente no demanda bloques agresivos que nunca se terminan”, resume.

Porque una de las cosas que hace el proyecto es profundizar en los valores y paisajes que ya tiene la ciudad, más allá de los iconos públicos (El Sardinero, La Magdalena), totalmente asentados en el imaginario.

Así, se mira a espacios como la marisma de Raos, que está ahí ya, y que tiene el potencial para que los (muchos)  vecinos de Nueva Montaña puedan vivir en contacto diario con la naturaleza y un  paisaje lleno de matices, en lugar de la concepción actual de la zona como bloques de viviendas pegados a un centro comercial,  y que paisajísticamente “se está convirtiendo en una periferia  absoluta indiferenciada,  como si fuera la Meseta en lugar de un contexto húmedo y rico”.

La Dársena de Maliaño, Raos y los espacios rurales y agrarios ganan protagonismo en el nuevo modelo de ciudad

Es, evidentemente, la visión de Nueva Montaña en convivencia con las zonas de marisma, algo ligado a su propia configuración.

NO SE TRATA DE CONVERTIR LA CIUDAD «EN LA SMART CITY DE NADA»

Pero lo que sucedió es que en la mirada histórica reciente sobre la ciudad, “Santander ha perdido su identidad”, frente a este modelo “que no intenta convertir la ciudad en la Smart City de nada ni en la ciudad de los 600.000 habitantes”. Lo que ha venido pasando es que  “Santander ha dejado de ser lo que era para querer ser lo que no ha podido llegar a ser”.

El libro ‘Expulsados’, del equipo de EL FARADIO, aborda la necesidad de una transición urbanística respecto al modelo de ciudad impuesto y mantenido tras el incendio. Se puede conseguir en este enlace o pedir en librerías.

Y además ha sucedido “a costa de mucha gente”, desde víctimas del urbanismo como Amparo, hasta profesionales santanderinos que la han ido abandonando, constatando que la mera construcción de viviendas no contribuye por sí sola, como una receta mágica,  a fijar población.

Esa “diversidad” que se “estaba borrando”, que va de los terrenos portuarios en el Barrio Pesquero (que Hábitat Futuro plantea como orientados a la cultura y el emprendimiento en los espacios que deje el Puerto en su planificada retirada de la zona), haciendo ahora más difícil drenar el agua de la lluvia o disponer de tierra fértil para generar alimentos.

Esa “diversidad”, que genera riqueza y parte de la propia realidad, que no es un “invento” ni algo “de hippies” –que no tiene nada malo, apostilla—es su “maravilla” porque “admite todas las situaciones”

El recurso a la participación, que tras años obviando necesita estimularse, hace que la visión sea “natural y abierta como un modelo al que incorporar cosas”, “no cerrada como un megaproyecto”. “Más un dibujo al natural que un render acabado”, enfatiza. Un render es una recreación artificial, una infografía, en suma.

Desde el no disimulado “amor a Santander”, la cara más visible del equipo –de carácter interdisciplinar, pero coordinado por arquitectos, esto es, profesionales en el diseño de espacios, y esto es también un cambio respecto a otros modelos–, Miriam García reivindica que  “Santander es una ciudad mucho mejor de lo que se piensa, de lo que se cuenta y –pausa–de lo que se hace por ella”

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1 Comentario

  • Todo está por ver
    15 de febrero de 2023

    Pues parece un proyecto que, en lo positivo, es papel mojado desde se origen. Es un copia-pega de proyectos europeos ya obligatorios en la UE que el Ayuntamientos y las élites demorarán lo más que puedan en el que se han añadido disfrazados de falso progresismo planes que encajan perfectamente en el modelo de ‘ciudad de las artes», residencial de lujo con centro mega comercial hostelero-turístico y barrios de diseño para clase media profesional. Y los currelas a la periferia bien separados de las urbanizaciones blindadas, por supuesto. Y la capital nada que ver con el resto de la comunidad, claro. La fórmula que mató a Amparo sigue vigente con otra jeta.

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