Parecía la Plaza del Ayuntamiento de Santander una de esas Ferias del Empleo que se celebran de cuando en cuando en la universidad, con la oferta de las empresas de futuros trabajos para los estudiantes.

No es cuestión de frivolidad: la inserción laboral es una de las principales dificultades que tienen las personas con problemas de salud mental. En ello trabaja, por ejemplo, el proyecto Inicia, en el que colaboran Ascasam, Padre Menni y Amica. De hecho, un programa de inserción laboral con plazas específicas para personas con problemas de salud mental fue uno de los anuncios que hizo la presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, durante el acto conmemorativo celebrado este martes en la Plaza del Ayuntamiento.

No era, por cierto, la única política presente: intervinieron la alcaldesa de Santander, Gema Igual (recordando un proyecto con Padre Menni) o la delegada de Gobierno en Cantabria, Ainhoa Quiñones, que detallaba el aumento de la inversión o el teléfono para prevención del suicidio, el 024.

Había entre el público representantes de todos los partidos, que reflejan que el tema, por fin, está en la agenda política (con todos los matices que se quieran poner, desde la falta de inversión, hasta la inacción institucional ante situaciones con efecto directo en la salud mental –por ejemplo, el exceso de ruido por el ocio nocturno o las propias dificultades de relación con la Administración-, sin olvidar la necesaria reflexión sobre si el clima de polarización ayuda o no a la salud mental general de la sociedad y de los ciudadanos).

Decíamos que parecía una feria de empleo: había carpas de las distintas asociaciones que llevan tiempo trabajando por la salud mental, desde antes de que estuviera en la agenda (si pincháis el enlace, tenéis acceso directo por si les necesitáis o conocéis alguien que les necesite): Ascasam (la Asociación Cántabra por la Salud Mental), la Fundación Acorde, que trabaja en áreas como la patología dual o los trastornos de personalidad; estaba el Padre Menni (de lo mucho que ha cambiado la percepción de la salud mental y de las barbaridades de las que veníamos nos habla que no hace tanto su centro de atención en Cueto se llamaba popular y coloquialmente “las locas”); y estaba Proyecto Hombre, que viene detectando el impacto en la salud mental de las adicciones, no sólo las habituales a sustancias, sino algunas que preocupan especialmente por su impacto en la juventud el juego, la tecnología, incluso el porno..

Cada caseta exponía ante los asistentes (desde los propios políticos hasta paseantes por la Plaza del Ayuntamiento o alumnos del módulo de integración social del Hernán Cortés) el trabajo que vienen haciendo, sus programas o historias reales con las que han trabajado, con recursos de todo tipo (como el juego de ‘mesa’ de la Fundación Acorde).

Si la salud mental fuera eso, una feria, podríamos ir entrando (seguro que muchos habéis entrado ya, de hecho) alguna vez en la Caseta de la Ansiedad o en la Carpa de la Depresión, de los que ya no está libre nadie: desde problemas en el trabajo (no tenerlo, tenerlo, la incertidumbre de la precariedad) hasta enfermedades o duelos por pérdidas, pasando por la propia complejidad de entender un mundo cambiante o acelerado.

No siempre tiene que haber un motivo, al fin y al cabo hablamos de salud, y el recorrido por laFeria   puede llevarnos a carpas muy duras de visitar, desde enfermedades graves, crónicas, sin olvidar la omnipresente Carpa del Estigma, el Stand del Paro o la terrible, pero real, Caseta de Suicidio, visitada el pasado curso por escolares de Cantabria (el suicidio es la primera causa de muerte entre jóvenes y adolescentes entre 12 y 29 años y en España el número de suicidios continúa escalando ya que en 2022 se registraron 4.097, un 2,3% que el año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística).

UN GLOBO, DOS GLOBOS, TRES GLOBOS… EL CUARTO GLOBO

Si seguimos forzando la metáfora de la Feria, que además de a estos eventos de empleo nos remite a significados festivos, hay una parte que nos habla del azar : como recordaba la presentadora del evento, la periodista Azucena Valdés, una de cuatro personas tendrá alguna vez en su vida un problema de salud mental.

Sobre la Plaza del Ayuntamiento (la misma en la que este año un grupo de estudiantes mostraron pancartas pidiendo ayuda, un poco en la línea de esa mensaje de alerta que hace meses apareció en la fachada del Santa Clara), ese uno de cada cuatro se visibilizaba con el reparto de globos de colores a cuarenta personas. 30 blancos y 10 amarillos, que se repartían al azar, de forma que a uno de cada cuatro le tocaba el ‘globo’ de la salud mental.

Sobre el escenario, los representantes de las asociaciones (ASCASAM, ACORDE, Padre Menni, Proyecto Hombre) pedían que las medidas para la salud mental superen ya lo “coercitivo” para ser “compatibles con la dignidad humana” y se trabaje en la prevención del suicidio en las escuelas.

En suma, es “un tiempo nuevo” en el abordaje de la salud mental, en el que se trata de generar “confianza” y acabar también con el estigma (los cuchicheos, los prejuicios…) y desde un enfoque “global” para evitar, advertían que se pierda “energía” si se abordan medidas por un lado que se contradigan o vayan aisladas del otro. Conscientes de que hay argumentos que pueden entrar en algunos sectores más que el mínimo de la importancia de la salud, las entidades explicaban que “todo tendrá retorno” porque una sociedad con salud mental es una sociedad con bienestar que al final alcanza su destino.