La Universidad de Granada repara la memoria de la cántabra Aurelia Gutiérrez-Cueto Blanchard, pionera de la educación y fusilada por el franquismo

Hermana de la pintora cubista María Blanchard, defensora de la dignidad en la educación, de los derechos de las mujeres
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La Universidad de Granada ha celebrado esta semana un acto de reparación y reconocimiento de los miembros de su comunidad fusilados o represaliados durante la Guerra Civil y la dictadura.

En concreto, el acto, primero de un programa completo de actividades que pone en marcha la Universidad de Granada bajo el título de Universidad y Memoria Democrática, fue el pasado jueves.

Y estuvo presidido por la rectora de la Universidad, Pilar Aranda Ramírez, y por el ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática del Gobierno de España, Félix Bolaños.

Entre los 28 represaliados y fusilados que pertenecieron a esta Universidad (incluido su propio rector, Salvador Vila), se encuentra la cántabra Aurelia Gutiérrez-Cueto Blanchard.

La decana de la Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte de Melilla, Lucía Herrera, recogió de las manos del ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática de España, Félix Bolaños, el documento de reparación de la memoria de Aurelia Gutiérrez Blanchard.

UNA VIDA VOLCADA HACIA LA EDUCACIÓN

El apellido la delata y, paradójicamente, ha contribuido a esconder su legado. Es hermana de la pintora cubista María Blanchard, formada en París (paradoja tras paradoja, con un reconocimiento todavía incipiente en su propia tierra).

Entrega del reconocimiento

Aurelia Gutiérrez-Cueto Blanchard (el nombre completo) fue profesora de Pedagogía y Prácticas del Instituto General y Técnico de Melilla.

En 1932 fue nombrada por la Dirección General de Primera Enseñanza, Directora Interina de la primera Escuela del Magisterio Primario de la ciudad de Melilla. La Escuela del Magisterio había sido fruto de la lucha política de otra mujer, Obdulia Guerrero, que consiguió, tras una entrevista en Madrid con el Ministro de Instrucción.

Fue Catedrática de la Universidad de Granada, donde más adelante impartió clases de Pedagogía y Prácticas de enseñanza en las titulaciones de Magisterio.

Aurelia Gutiérrez Blanchard acabó sus días en Valladolid, en el verano de 1936, fusilada, víctima de la represión franquista.

Allí había sido también Directora de la Escuela Normal. Con ella se hicieron desaparecer todos sus documentos, fotografías y archivos.

Su asesinato sucedió antes incluso de que comenzaran a elaborarse las listas de maestros, dentro de la cruenta purga franquista de lo que precisamente había sido uno de los aspectos más destacados y reconocibles de la II República, la Educación.

SU LEGADO: LA DEFENSA DE LOS RATIOS Y LA CALIDAD

Cuadro ‘Dos hermanas’, pintado por María Blanchard, hermana de Aurelia, concebido como un homenaje al apoyo y cariño entre mujeres

Lo que se llamaba Escuela Normal se orientaba a la formación de maestros y en aquellos años se caracterizaban por un carácter social, artístico y aperturista.

«Escuelas donde se formen seres libres, fuertes y conscientes, no borregos para el matadero, no criaturas inermes, carne propicia a toda explotación», escribía la propia Aurelia, laica, feminista, progresista, muy en contacto con la Institución Libre de Enseñanza, con la Residencia de Estudiantes (y de Señoritas, su derivada femenina), y con referentes como María de Maeztu y emparentada en Cantabria con la escritora Concha Espina o la diputada y escritora Matilde de la Torre.

Pensionada por la JAE (Junta para la Ampliación de Estudios) para varias estancias en Ginebra, sus estudios comparativos de la normativa británica para la educación le permitieron publicar, a partir de la década de 1930, artículos sobre la reorganización de la escuela primaria, «fomentando la expansión de las escuelas-taller e intentando que se redujera la masificación de las aulas que hacía que los maestros no pudieran atender a cada niño de forma individual según sus necesidades».

Abogó por la reducción de las ratios (60-100 niños llegaba a haber en las escuelas de párvulos, que calificaba de “almacenes” de niños) hasta los 30, y también por escuelas “alegres” e “higiénicas” que llegaran a todos, y llamó la atención sobre las condiciones de los maestros.

También escribió artículos dedicados a apoyar la luchar por los derechos de las mujeres y en defensa del voto femenino, que seria finalmente aprobado durante la República.

En Melilla fue muy activa en el articulismo en prensa, en medios como El Telegrama del Rif o El Crisol, desde donde defendía sus ideas laicas y feministas, que le pusieron en contra a los estamentos militares de la época.

Llegó incluso a publicar un artículo sobre las condiciones de trabajo en las minas del Rif

En Melilla tiene una calle con su nombre, que, por cierto, se entrelaza de algún modo con la otra ciudad en la que desarrolló su carrera profesional: desde septiembre del año pasado, la calle Aurelia Gutiérrez-Cueto sustituye a la calle Luis García-Alix, que fue un ingeniero y político cedista que participó en la detención del poeta granadino Federico García-Lorca (quien, por cierto, en su día escribió sobre su hermana María).

LAS PERSONAS QUE “SEMBRARON LA DEMOCRACIA”

En el reconocimiento, el ministro Félix Bolaños resaltaba que España va unas décadas tarde en materia de Memoria Democrática, ya que la democracia española debería haber sido capaz hace muchos años de establecer una ley para reconocer el dolor y la contribución que hicieron las personas represaliadas.

Para Bolaños, “la Memoria es algo que ocurre hoy y que tenemos que recordar siempre”, ya que recordando los periodos más negros de nuestra historia tendremos la garantía de no repetición.

“Tenemos que homenajear a las personas que, incluso perdiendo su propia vida, sembraron la democracia avanzada y libre que hoy es España”, afirmaba.

El reconocimiento de la Universidad de Granada incluyó la inauguración de la Sala Salvador Vila en el Hospital Real, un espacio dedicado a la Memoria Democrática en la UGR que reconoce a su rector asesinado y la exposición “Azaña: intelectual y estadista”, organizada por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática y la Universidad de Granada, la Biblioteca Nacional de España y Acción Cultural Española (AC/E).

UNA FAMILIA CULTA

Nacida en 1877, Aurelia era hija de Enrique Gutiérrez Cueto, periodista y fundador del diario El Atlántico, y Concha Blanchard Santisteban.

Se crió en un ambiente muy familiar donde todos fueron muy influencias por su abuelo, Cástor Gutiérrez de la Torre que, al igual que el padre de Aurelia, era también periodista y fundador de un periódico regional, La Abeja Montañesa.

El hecho de que su padre fuese aficionado la pintura contribuyó a que tanto ella como su hermana, María Blanchard, tuvieran un gran interés por el arte, aunque solo fuera su hermana la que finalmente se dedicara profesionalmente a ese campo.

Poco después de la muerte de su padre, en 1904, toda la familia se trasladó a Madrid, donde Aurelia estudió en la Escuela Superior del Magisterio y se casó con Manuel Barahona con quien tuvo varios hijos, entre ellos Regina Barahona Gutiérrez 1905-1994 y Elena Barahona Gutiérrez 1912-2010.

PARA SABER MÁS:

http://quefluyalainformacion.blogspot.com/2016/09/aurelia-gutierrez-blanchard-la-culta.html

Dos hermanas

 

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