«No derogareis nuestra memoria», el grito de la sociedad civil ante la derogación de la Ley autonómica

El paso dado por PP y Vox consagra un desequilibrio impuesto durante décadas por quienes mandaron en la dictadura
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Este lunes, fuera del Parlamento, colectivos en defensa de la memoria, organizaciones sociales y ciudadanos a título particular exhibían carteles con víctimas del odio de la represión franquista o en los campos de exterminio nazi, aliados de ese régimen.

Como Lázaro Nates, cuya memoria tuvo que rescatar el colectivo Memoria de Laredo porque con la memoria siempre ha habido sesgos: las calles de Santander siguen llevando nombres de militares franquistas o víctimas de su bando, puestas por los dirigentes de la época (es decir, el franquismo poniéndose calles a si mismo) en lo que, no hay que olvidar, no es un ejercicio de historia sino un acto de ensalzamiento (da pudor decir lo obvio, pero cuando fallece alguien se le pide reconocimiento en nombre de calle y plaza, y en Santander hay decenas de calles reconociendo el legado de una dictadura).

La fábrica del odio

El callejero de la historia

Ese desequilibrio en el relato, que no deja de ser una forma de mantener el relato impuesto por el franquismo, fue obviado dentro en los discursos del PP, que seguía enumerando víctimas del bando nacional que tuvieron en su momento la verdad, justicia y reparación (el relato oficial que fue la causa general, las condenas y las indemnizaciones a víctimas y familiares).

Todo aquello no sólo fue negado a quienes no pudieron con la fuerza del ejército golpista y sus alianzas con los ejércitos nazi y fascista italiano, sino que durante décadas se siguieron ‘generando’ víctimas, básicamente todo aquel que se opusieran a la dictadura en medios de comunicación, fábricas, calles o universidades.

Fue el portavoz socialista, Pablo Zuloaga, en cuyo mandato se aprobó la Ley de Memoria ahora derogada, quien dentro, en el Pleno el que recordó nombres como Luciano Malumbres, periodista, director de La Región, muy activo en la denuncia periodística del caciquismo local o los abusos empresariales, investigador de tramas como la de la cooperativa láctea, asesinado poco antes del golpe de Estado por pistoleros falangistas (poco después matarían, bajo la apariencia de un juicio, a su compañera, Matilde Zapata);  o el de Consuelo Berges, escritora, traductora y política a la que el Gobierno central le rendirá homenaje (estaba previsto el jueves, pero se suspendió por la tragedia en Valencia).

Desde el PRC, Pedro Hernando recordaba, nombre a nombre, las víctimas del bombardeo nazi del Barrio Obrero del Rey (zona Porrúa), que siguen sin tener nada que les recuerde mientras las víctimas del barco Alfonso Pérez tienen el nombre “grabado en piedra” en la Catedral y una calle. Ambos sucesos fueron el mismo día, pero la ciudad sólo recuerda, con símbolos y referencias en la memoria colectiva divulgada generación tras generación por quienes han mandado y sus sucesores, uno de ellos, entre otros factores porque la historia la escribieron y repitieron, sin oposición, los jerarcas de una dictadura apoyados en las armas, con tal éxito que después de ello se sigue manteniendo.

Los bombardeos aéreos no discriminaron: familias enteras, niños, sindicalistas, vecinos del mismo bloque o falangistas, entre los muertos del Barrio Obrero, el Gernika santanderino

“Las víctimas de los bombardeos son nuestras victimas”: nada recuerda al Gernika de Cantabria

“Sin memoria no hay democracia” y “no derogaréis nuestra memoria” eran los mensajes que frente al viejo hospital de San Rafael recordaban miembros de la Plataforma Memoria y Democracia, con asociaciones en su seno como AGE (Archivo, Guerra y Exilio), Héroes de la República y la Libertad o Memoria de Laredo, entre otras, acompañados por feministas, pensionistas, internacionalistas… El sábado cancelaron la manifestación ante la derogación de la Ley, en muestra de respeto, de víctimas a víctimas, a los fallecidos por la DANA en Valencia. El manifiesto lo hubiera leído Isabel Tejerina, fallecida este mismo fin de semana.

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