El Barrio Obrero vive el aniversario del bombardeo nazi por primera vez sin que su calle principal homenajee al general que invadió Santander
El próximo sábado 27, el aniversario del bombardeo nazi al Barrio Obrero que provocó 69 muertes en un sólo día se producirá en un contexto inédito: no sólo porque en los últimos dos años, el ataque empieza a salir del olvido impuesto, sino que por primera vez, el aniversario se vive sin que la calle principal rinda homenaje a Fidel Dávila, general franquista que participó en la invasión de Santander perpetrada por el bando franquista con el apoyo de los ejércitos de Hitler y Musolinni, y que de hecho se dio su paseo triunfal por esa calle.
La retirada del nombre de una calle que ensalza a un militar particularmente cruento ha sido posible no gracias al Ayuntamiento de Santander, que hace dos años incluso se negó a poner una placa en recuerdo de nuestro equivalente al Gernika, y al que la Fiscalía de Memoria Democrática le tuvo que recordar, para bochorno de quienes respetan las normas, que debía cumplir la Ley.
De este modo, de la ciudad ha desaparecido una primera tanda de calles franquistas –como la de Camilo Alonso Vega, creador de los campos de concentración de la dictadura, sustituido en la placa ahora por el poeta Pepe Hierro, premio Cervantes al que el Consistorio había privado de presencia destacada en el callejero–. Sí, decimos una primera tanda, pues perviven, entre otras muchas, injusticias como la del cura de Ciriego que privó de nombre –y de consuelo a sus familias– a los fusilados republicanos.
Pese a las trabas del Ayuntamiento y a la derogación de la Ley autonómica de memoria democrática, el contrapeso que han supuesto la legislación estatal y la labor de la Fiscalía de Memoria Democrática, junto al impulso constante de los movimientos memorialistas o la cultura han permitido que se cumpla y desarrolle la Ley, pero, sobre todo, que no caiga en el olvido ni la represión y crueldad ejercida por quienes ganaron la guerra civil contra quienes las perdieron y sus descendientes, pero tampoco el inmenso legado cultural y educativo de la II República.
PARA NO OLVIDAR: LUGARES DE MEMORIA
La aplicación de la Ley estatal, ha permitido, por ejemplo, sumar este 2025 que se nos va lugares de memoria como la playa de Argelès-sur-Mer en la que el cántabro Eulalio Ferrer descubrió El Quijote, el Jardín de La Nueve en París -en recuerdo de la división que ayudó a liberar la capital francesa de los nazis, en una compañía que tenía un tanque llamado Santander y un combatiente cántabro, Faustino Solana–.
Y pronto se incorporará La Magdalena, a petición de la asociación Héroes de la República y de Delegación de Gobierno.
Es un lugar cargado de memoria: en sus caballerizas hubo un campo de concentración del que apenas se supo nada a nivel colectivo hasta hace una década –mientras que otros sucesos, con otras víctimas, se beneficiaron del recuerdo y el duelo gracias al empeño de unos narradores sin contrapeso alguno en dictadura–, pero además permite recordar que lo que hoy llamamos la UIMP no sería posible sin la II República, que creó allí la Universidad Internacional de Verano, en la que actuó La Barraca.
ANULACIÓN DE CONDENAS Y PRIMERAS EXHUMACIONES
Tras los homenajes iniciados por Delegación de Gobierno a figuras como los hermanos Montes Maza, la aplicación de la Ley ha permitido las primeras reparaciones por condenas injustas, como Bernardo Incera, incluyendo además la primera con juicio público, la del concejal astillerense Eusebio Cortezón. O exhumaciones como la del cementerio de Miera, auspiciada desde Héroes de la República con apoyo del Gobierno central y que tuvo que ‘salvar’ in extremis el fiscal Carlos Yáñez ante las trabas burocráticas que a última hora intentó buscar el autonómico gobierno de la simplificación administrativa, todo en un año en que perdimos a Ángel Armendáriz, el arqueólogo que sacó a la luz el mapa de las fosas en Cantabria.
“Hoy vivimos como vivimos gracias a quienes sufrieron represión y privación de derechos”
RECONOCIMIENTO A LA GUERRILLA
En un año en que se recordaba el 50 aniversario de la muerte de Franco –el director cántabro de cine Manuel Gutiérrez Aragón recordó la parte más popular de la lucha por la democracia–, el Congreso de los Diputados ha reconocido a los guerrilleros antifranquistas, llamados despectivamente maquis o tratados como bandoleros, y que en Cantabria tienen resonancias míticas gracias a gigantes como los emboscados Juanín y Bedoya, Jesús de Cos —objeto de estudio en institutos franceses— o la Brigada Machado —Antonio Brevers publicó la tercera edición de su libro sobre ellos–. En la guerrilla también tuvieron un papel destacado un buen puñado de mujeres.
EL IMPULSO DE LOS MOVIMIENTOS MEMORIALISTAS
El trabajo que durante años mantuvieron referentes como José Ramón Saiz Viadero o Antonio Ontañón es hoy menos solitario y cuenta con más apoyos: una muy activa Héroes de la República y la Libertad ha impulsado un crowdfunding para restaurar el monumento conmemorativo de Ciriego, mientras Desmemoriados, cuyos documentos del mes incorpora ahora EL FARADIO, enseñó como conseguir anulaciones de condenas injustas.
AGE continuó con su labor y Memoria de Laredo ha visibilizado historias de familias de la zona e impulsado más exhumaciones, mientras en la Fundación Bruno Alonso –que lleva el nombre del histórico diputado socialista cántabro– asumió la presidencia el periodista y escritor Esteban Ruiz, investigador con varias publicaciones –una de este mismo año— sobre la República o la Guerra. Un nuevo espacio, el Agora Solidaria Cultura y Memoria Luis Toca, lleva la memoria entre sus objetivos y en sus primeros pasos impulsó un homenaje a mujeres fusiladas en Ciriego. En el plano cultural, aguanta el festival Recordari y Unos cuantos está representando su obra sobre el sonajero. También nos asomamos a la historia inundada del pantano del Ebro –rescatada en un monográfico de Pepitas de Calabaza–, que no sólo sepultó un pueblo, sino que lo hizo con mano de obra esclava: presos republicanos
MEMORIAS RECUPERADAS
2025 ha sido un año en el que se ha hecho un esfuerzo especial por recuperar figuras menos conocidas, y ya no hablamos tanto de la parte de la represión –hace poco Pablo Batalla planteaba en redes la necesidad de que la memoria fuera también en positivo– sino por lo que supusieron: Román Calleja ha revitalizado a la inmensa actriz que fue Catalina Bárcena, vinculada a Liébana.
Una de las verbenas de Maruja Mallo
Y el Centro Botín fue la primera parada estatal de la exposición integral de Maruja Mallo, una de las mujeres de la Generación del 27, llamadas las Sinsombrero: pionera, vanguardista, feminista y comprometida con la lucha obrera, la alegría y el rechazo a la España más oscura.
En el plano cultural, se estrenó en Madrid la obra de teatro sobre Leonora Carrington, la pintora surrealista, pionera y antifascitas, que tras una violación múltiple por una manada falangista, acabó sometida a torturas farmacológicas en el sanatorio del Doctor Morales –el sí goza de reconocimiento en forma de nombre de parque–.
El autor de la obra es Alberto Conejero, que ya se había asomado a los pliegues de la memoria en 
Cantabria con la premiada ‘La piedra oscura’, cuyo protagonista es Rafael Rodríguez Rapún. Paso a paso, se va iluminando más la figura de ‘las tres erres’: conocido por ser la última pareja de Lorca, quien le dedicó algunos de los ‘Sonetos del amor oscuro’, está enterrado en Ciriego, ya que cayó en el frente en Bárcena tras alistarse en la Guerra.
La luz que decimos se centra en señalar un papel más allá de su relación con: el secretario de La Barraca coordinaba giras y cuentas. Este año, Héroes de la República, EL FARADIO y La Vorágine editaron un folleto para indicar dónde está su sepultura, y la audioguía de Ciriego ya le cita como uno de los más ilustres enterrados allí. Permitidnos apartarnos alguna novedad sobre su rescate para el año que viene.
El legado de todo lo que rodea a Lorca marcó la gira de ‘El jardín de las posibilidades’, de El Tejo Producciones, sobre Emilia Llanos, mujer que amó al poeta y conservó su memoria, que cerró gira en el Arriaga y con premio.
MEMORIAS MUTILADAS
Suena parecido, pero no lo es: pensamos en aquellas figuras que no sufrieron represión, muerte o exilio prolongado, pero cuyas inmensas aportaciones a la cultura u otros campos o se frenaron en seco o no contaron con la gracia de los militares y curas aliados en la dictadura.
Santiago Ontañón con Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente
(Foto: margaritaxirgu.es)
Es lo que retrata el documental ‘Niebla’ de La Vorágine, que también ha recuperado una de esas figuras en un libro coordinado por Esther López Sobrado sobre el santanderino Santiago Ontañón, escenógrafo teatral que recorrió España con La Barraca, trabajó con La Xirgú e hizo sus pinitos en cine. —Recordarle a él es un buen momento como cualquier otro para hacerlo con su hermana Sara, la primera mujer técnico de montaje en el cine español–.
Sumamos, mutilación sobre la mutilación, figuras en cuyas biografías se obvia el compromiso republicano: la científica torrelaveguense María Luisa Herreros era objeto de un sello, pero la biografía oficial olvidaba su paso por la Residencia de Señoritas, su trabajo con la Escuela Cajal, depurada por el franquismo, y que, en su restauración, trabajó en áreas incómodas para la moral asfixiante del momento.
En el año en que descubrimos nuevos detalles del escultor Jesús Otero –otra de esas figuras cuyo compromiso republicano y persecución es conocida, peor obviada–, como sus llamadas a la justicia y la libertad que esculpió en el Palacio de Justicia de Santander, también se homenajeó con grandes fastos al comillano Jesús Cancio, en el que hubiera sido el 140 aniversario de su nacimiento.
Fidelita Díez
El conocido como ‘poeta de la mar’ no ha visto tan reconocido su condición de edil republicano, y muy popular y querido, o la cárcel, enfermedad y ruina que le provocó un franquismo al que le estorbaban hasta los poetas, ni el poema que hizo en honor a Fidelita Díez, la joven rapsoda torrelaveguense a la que una violación grupal en la cárcel llevó a la muerte. Hablando de mujeres y la violencia que sufren por el hecho de serlo, comenzó el derribo de la parroquia de San Pablo, en Juan XXIII, que formó parte de la estructura de las monjas Oblatas para mujeres familiares de presos republicanos o jóvenes «descarriadas», en la terminología de la época.
La desnaturalización a veces afecta a espacios como La Casona de Tudanca, el legado de José María de Cossío, confidente y recopilador de la memoria del 27.
MEMORIAS QUE SE PIERDEN
Sucede que el olvido a veces tiene clases, y hay figuras que sufren todavía más desmemoria: recuperamos algunos enlaces de historias importantes, apasionantes, desconocidas. El aviador José Félix Allende, que murió intentando salvar a niños de bombardeos, o Manuel de la Escalera, incansable promotor cultural obrero, que logró esquivar a su propia prisión y condena.
Félix José Allende, el aviador cántabro que murió salvando a sus alumnos en Stalingrado
Francisco Gómez del Castillo Cabrero: un legado de lucha obrera rescatado
MÁS ALLÁ DEL FRANQUISMO: MEMORIA POPULAR, COLECTIVA, URBANA Y DE LAS MUJERES
El legado de la memoria se ensancha porque cruza generaciones: cuando todavía aprendíamos cómo era la vida sin Isabel Tejerina, que luchó contra la dictadura y luego lucho por mil causas, perdimos a Tino Brugos, puente entre Asturias y Cantabria, tejedor de antifranquismo, cultural sindicalismo educativo, activismo lgtbi y un internacionalismo esencial para la izquierda que se revela clave en luchas actuales como la del pueblo saharaui –50 años también de su abandono por Franco y Juan Carlos– o la histórica ocupación y actual genocidio en Gaza por parte de Israel. Richard Zubelzu nos rebobinó y resituó en los sucesos de Reinosa en 1987.
Tras citas como el festival que usa la música para prolongar el espíritu de odio del fascismo, nos asomamos a los primeros pasos de Rock contra el Fascismo.
Conchi Revuelta nos llevó en su último libro a la dureza de las trabajadoras de la conserva –antes lo hizo con tabaqueras o amas de cría–, y un documental nos hizo mirar a las mujeres cántabras que se fueron a servir, protagonistas de un documental de Patricia Hernández.
El derribo de la casa en la que vivió el personaje real que inspiró a la ‘Sotileza’ de Pereda evidencia el desprecio histórico sobremanera en Santander a su historia y patrimonio. Está en el Cabildo, una de esas historias que, junto al asesinato del periodista Luciano Malumbres, la expulsión vecinal de la reconstrucción tras el incendio del 41 o el expolio a Amparo Pérez, son constantes en la memoria de EL FARADIO.
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