El riesgo del cierre en falso del caso Carreteras
Miguel Ángel Díez, el funcionario de la Dirección General de Carreteras, ha admitido los hechos por los que llevaba más de tres años siendo investigad: básicamente, que puso sus conocimientos del funcionamiento de las adjudicaciones públicas al servicio de empresas, que le recompensaban por esa labor de asesoría.
Es decir, el caso Carreteras, según avanzaba ayer EL DIARIO MONTAÑÉS o EUROPA PRESS, se sustanciará con condena al funcionario y a las empresas que hay citar por sus nombres: RUCECAN, LA ENCINA, Y API MOVILIDAD, pero no para SENOR, que se quedó fuera en anteriores autos, así como a su mujer, con penas de prisión e indemnización económica, mientras que las hijas lo serán como partícipes a título lucrativo.
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Dicen que es mejor un mal acuerdo que un buen juicio, y en este caso no es sólo por evitar todo lo que supone una vista en cuanto a medios humanos, sino también porque las sesiones corrían el riesgo de convertirse en un escaparate público de las prácticas del sector de la construcción y la connivencia con determinados recovecos de la administración, que no hay que olvidar que las escuchas acabaron apuntando a Gesvican.
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El caso Carreteras nos sirvió para ver el grado de refinamiento y sutileza que fue necesario aplicar para poder adjudicar a estas empresas en un momento en que ya no se puede decir le toca a esta y en el que, lo corroboraban las grabaciones, había guerras dentro de profesionales de la administración porque cada uno tenía sus propios candidatos. Ahora lo que hace falta es o pliegos a medida o alguien desde dentro que actúe casi como consultor, casi como lobista.
También nos sirvió para poner el foco, al menos ese fue el enfoque que adoptamos en EL FARADIO, sobre el papel de las empresas: de nada hubieran servido las labores de asesoría del jefe de Carreteras si al otro lado de la mesa de El Riojano le hubieran dicho: no, este no es nuestro estilo. Tampoco sabemos, de hecho, quien empezó el fuego.
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El cierre, casi en falso, nos va a privar de aprender más de todo ese mundo. Pero no de sospechar de las adjudicaciones. Por ejemplo, las que venimos detectando en las que las empresas que acuden a una licitación en la que cuentan con la presencia de más competidoras, de pronto optan por no bajar el precio –algo que te hace atractivo para conseguir la obra y que de hecho fomentan los pliegos- y sí rebajan los criterios técnicos –algo que directamente se castiga. Es un actitud temeraria si vas a competir con más gente, pero de serena tranquilidad cuando te presentas tú sólo, algo que en teoría desconoces en ese momento.
Pero sí sabemos que esas empresas han seguido contratando con la administración. Y la segunda vez que te estafan ya es culpa tuya.
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Repasa aquí las publicaciones que hicimos en EL FARADIO del caso
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RUCECAN volvió a formar parte de una oferta de la que había sido excluida por falta de documentación
